martes, 23 de junio de 2015

IRLANDESES MEXICANOS

Placa en memoria del Batallón de San Patricio, en Plaza de San Jacinto, San Ángel, Ciudad de México.


De Dublín hasta San Diego atestiguamos la libertad negada...
Y eramos los guerreros cabeza-roja de la libertad
en medio de estos hombres y mujeres morenos

Cuando para 1847, el general norteamericano Winfield Scott, un dandi lector de William H. Prescott (el libro de la conquista de México de Prescott había sido publicado en 1843) que hizo lo que Hernán Cortés 300 años atrás (desembarco en Veracruz, ascensión a la Meseta central de Anáhuac con su ejército de conquista), se encontraba en Churubusco, a un palmo de la victoria estadounidense que arrebataría a México la mitad de su territorio (ya antes, los esclavistas colonos sureños de Texas se habían alzado con esa provincia septentrional), una división mexicana de valerosos y numantinos soldados irlandeses –desertores del ejército yanqui- se enfrentaron con furia y valentía a las tropas de Scott: era el batallón de San Patricio, cuyas arremetidas lograron eliminar a uno de cada siete soldados invasores. Sin embargo, la derrota mexicana nadie la detendría.

A los irlandeses capturados los yanquis les dieron las mayores pruebas de barbarie de un imperio que crecía a punta de despojos: desde azotes, trabajos forzados, y hasta grabarles en la cara la D de desertores con hierros candentes. Ya muy pocos recuerdan a esos irlandeses que pelearon del lado de los mexicanos. Ellos, al igual que el rayo español Mina, forman parte de nuestros héroes olvidados. 




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