domingo, 31 de mayo de 2015

Ninguna muerte de un bárbaro es digna de un epitafio

The Servants Drive a Herd of Yahoos into the Field by Louis John Rhead, Metropolitan Museum of Art

La muerte de esta gente, al fin y al cabo, es una solución.
Porque los barbaros están entre nosotros,
ellos se alimentan de nuestros miedos
y de nuestras costumbres
cercadas por las costumbres ignaras de los bárbaros.
Noticias venidas de las lejanías,
allá en nuestras fronteras del pueblo
surcadas por el ululante grito de esas bestias,
dicen que los bárbaros se están matando,
cada vez a nuestros guardianes
le son más difíciles de controlar la ira neolítica de los bárbaros,
su sed de extinguirse para siempre es crepuscularia,
no dejar rastrojos de sus lenguas de perros fenecientes.
Celebro la violencia fratricida de los bárbaros,
celebro el declive de esa raza maldita y su cultura de albarrada.
Ninguna muerte de un bárbaro es digna de un epitafio.
La muerte de los bárbaros significa paz,
sueño simple y tranquilidad para nosotros los portadores de la civilización.
¡Que ningún bárbaro sobreviva nuestros días!
Dejen que esos perros se maten entre ellos,
pero si un bárbaro y su cultura de idólatras
tocara a uno solo de nosotros,
bajemos de la panoplia nuestras antiguas armas oxidadas
y no descansemos hasta acabarlos a todos.
Ninguna muerte de un bárbaro es digna de un epitafio.

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