lunes, 30 de marzo de 2015

La caída del Hombre Mosca en Tizimín

Palacio Municipal de Tizimín con la torre del reloj

Años después de la gesta que hiciera en 1922 el gran equilibrista irlandés Babe White, al cruzar, valiéndose de una garrocha, las dos torres de la catedral de Puebla en una cuerda; a Yucatán arribaría otro “hombre mosca": el temerario funámbulo veracruzano Federico Sainz, miembro del Club Deportivo de la capital del país. En anterior texto, hemos hablado de la historia oral de este Hombre mosca, que pervive apenas en contados nonagenarios de Yucatán, sin haber referido su nombre ni la fecha exacta de su presencia en la Península debido a que no teníamos, en ese momento, material documental pero sí la memorial oral.[1] Ahora sabemos el nombre del continuador y nacionalizador de la gesta de Babe White,[2] que por azares de la historia había pasado desapercibido en los anales de las notas curiosas y los casos insólitos y las extravagancias en la Península. 
Sainz, como Babe White, recorrería casi todos los pueblos de Yucatán en 1933, haciendo malabares, subiéndose a las iglesias, bailando polkas rusas y haciendo la difícil y suicida suerte del paso del Niágara mientras se fumaba un cigarrillo desde las alturas. Sin embargo, de Federico Sainz no sabemos más que su lugar de origen. Ni su fecha de nacimiento y muerte han llegado hasta nosotros, y sus años y sus días han sido completamente borrados del recuerdo, salvo aquellos momentos en que se granjeó el respeto de muchos yucatecos de los pueblos, subiéndose a las iglesias y contemplando el horizonte plano de la Península, mientras, abajo, expectantes y asombrados, los lugareños observaban el hierático equilibrio granítico del Hombre Mosca.
En el año 2013, una vez llegado a mi conocimiento la existencia de este hombre mosca mediante la tradición oral, intenté en vano encontrar un registro documental sobre su estancia en la Península. Supuse que el Hombre Mosca no dejó más huella que su evocación en el recuerdo de los viejos, pero tenía la corazonada de que algo de él hubo de haber quedado en la letra de los linotipos de la época, y así fue. Para principios de abril de 2014, con los ojos cansados y rojos por la fatiga de estar más de 7 horas revisando los periódicos de la década de 1930, leí sin querer una nota de prensa pequeña sobre la Villa de Peto, que refería claramente la presencia de este personaje en el pueblo, y que busqué en vano durante más de un año:

Ante numeroso público y siendo las 11 horas, el joven deportista Federico Sainz, escaló la parte poniente del templo, ejecutando, al llegar a la torre, difíciles actos acrobáticos. El señor Sainz viaja en representación del Comité Central Deportista de México en unión del señor Pedro Tejero.[3]

Esta simple y, aparentemente, intrascendente nota, alegró la desolada tarde de aquel abril, pues el Hombre Mosca había salido del mar de amarillentos periódicos y reclamaba su derecho de “peregrino” deportista a estas lajas peninsulares. Sacando fuerzas de yo no sé donde, con la espalda molida por las siete horas de estar parado revisando los periódicos, decidí seguir en busca de otro posible rastro del Hombre Mosca.
Efectivamente, los registros hemerográficos aseguraban que el día 4 de junio de 1933, Federico Sainz, ya conocido como el Hombre Mosca, miembro del Club Deportivo de la capital del país, al querer escalar la torre del reloj del palacio municipal de Tizimín, había caído al suelo desde una altura de cerca de diez metros. Inconsciente, Sainz fue levantado del suelo inmediatamente y llevado a la botica del doctor Juan Rivero, donde se le curó de sus heridas.[4] Al principio, se dijo que la razón de la caída de el Hombre Mosca se debió a que Sainz, al sostenerse de una cuerda, perdió el equilibrio porque la soga no estaba bien amarrada. Datos posteriores, cuentan que, Sainz, con la anuencia del ayuntamiento de Tizimín, tenían la intención de escalar “el frente del reloj público hasta su parte más alta y hacer distintos actos acrobáticos durante el ascenso”. 
La ascensión de Sainz ante un numeroso público tizimileño que se dio cita en la plaza principal de esa ciudad oriental para ver la memorable escalada, comenzó a las diecisiete horas. Al llegar a la altura del reloj, Sainz perdió el equilibrio y cayó al piso. La voz más aceptada del origen de su caída, decía que se debió a que “las molduras” de la fachada de la torre del reloj no eran consistentes. Sainz, para contrarrestar esto, “pretendió utilizar una cuerda que desde arriba sostenía un jovencito, quien por falta de fuerza o de habilidad para sujetarla, la soltó al sentir el peso del cuerpo del infortunado Sainz”. En su caída libre, el Hombre Mosca ocasionó la casi total destrucción de la instalación eléctrica del reloj.
Una vez en la botica del médico Juan Rivero, Sainz recobró el conocimiento, y según el diagnóstico preliminar del galeno, sus heridas no eran de gravedad, aunque debido a las constantes quejas de dolor, se pensaba mandarlo a un hospital de Mérida para su mejor curación.
 La nota de prensa del corresponsal del Diario del Sureste en Tizimín, terminaba con la opinión negativa de que se debería negar nuevos permisos “para ejecutar actos de esta naturaleza, que además de estimular la morbosidad de los espectadores, ponen en peligro la vida de los que los ejecutan como en el presente caso”.[5]

Babe White ascendiendo la catedral de México en abril de 1922


[1] Véase mi texto “Recordando a un funámbulo que recorrió los pueblos de la Península”.
[2] En 1951, en la cinta El Revoltoso, Germán Valdés “Tin Tan”, vestido de hombre mosca, recrearía la gesta de White, al ascender la catedral.
[3] “Peto…Hombre mosca”. Diario del Sureste, miércoles 3 de mayo de 1933.
[4] “Un hombre mosca se cayó ayer en Tizimín”. Diario del Sureste, 5 de junio de 1933
[5] “No son de gravedad las lesiones que sufrió Sainz. El ‘Hombre Mosca’, en su caída”. Diario del Sureste, martes 6 de junio de 1933. 

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