domingo, 26 de octubre de 2014

El bravo caudillo que le hizo morder el polvo a los cruzoob: coronel Diego Vázquez



El coronel Diego Vázquez[1] es un caso de jefe político, que niega las visiones maniqueas sobre los jefes políticos establecidas por las historias oficiales.[2] En el censo de 1880, Diego Vázquez aparece como un hombre de 60 años, viudo, labrador que sabía leer y escribir. En 1880, había sido suplente del presidente del Ayuntamiento de Peto.[3] A partir de 1882, lo vemos como jefe político de Peto, y sería este jefe político que le haría frente a los años de la langosta de 1883-1885.[4] Sabemos que en 1875, Diego Vázquez era dueño de la finca San Francisco, productora de caña dulce y que había reintroducido la siembra de tabaco en la región. 

De los pocos testamentos que tenemos de esta región, por fortuna el de Diego Vázquez pasaría la centuria y llegaría hasta nosotros. El 27 de enero de 1886, Diego Vázquez declaró, en estado de postración todavía siendo jefe político, que tenía 66 años, que era viudo, propietario y “natural y vecino de esta villa”. Y “Que temeroso de que la muerte le sobrevenga de un momento a otro”, Diego Vázquez decidió disponer de los pocos bienes que poseía. Los bienes del jefe político, radicaban en una casa zaguán en la cual vivía situada al sur de la plaza principal de Peto; una accesoria en Mérida, y era dueño, como hemos dicho, del rancho de caña dulce –y tabaco- denominado San Francisco, ubicado a legua y media al sur de Peto, así como de un solar “en los confines de esta cabecera al Norte”. Diego Vázquez tuvo tres hijos con su esposa Asunción Santos, y haciendo explícita la situación precaria de los pueblerinos de la región, Diego asentaría que de sus tres hijos, Casimiro, Anastasia y José Asunción, el primero “falleció de manos de los indios (rebeldes) siendo soltero”.[5] En el evalúo que se le hizo a los bienes de Diego Vázquez, el contraste entre el rancho -o paraje- San Francisco, y la casa accesoria de Mérida es digna de notarse: 200 pesos costaba San Francisco, y 600 pesos la casa de Mérida. La casa de zaguán de Peto se valuó en 500 pesos.[6]

El 3 de marzo de 1886, La Revista de Mérida insertó una esquela biográfica de este coronel petuleño, veterano de la Guerra de Castas. Esta esquela, o “apuntes acerca de los servicios que prestó don Diego Vázquez en la ‘guerra social’”, fue escrita por “un amigo residente en Peto”. Diego Vázquez murió el 10 de febrero de 1886, cuatro días después del último ataque que los de Santa Cruz hicieran a la frontera yucateca, en los pueblos de Tixhualatún y Dzonotchel de la jurisdicción de Peto. A Vázquez, la prensa oficial lo consideraba como “uno de los campeones más distinguidos de la guerra social”, un “bravo caudillo que muchas veces hizo morder el polvo al enemigo común”.[7] Reproduzco in extenso para tener una apreciación histórica del trayecto de vida de Vázquez:

Antes de la insurrección de los indígenas del país, se hallaba [Diego Vázquez] dedicado al comercio de esta Villa á Bacalar, hasta que en 1847 estalló la guerra social: ya desde entonces se armó en clase de subalterno, y marchó contra los indios que sucesivamente fueron apoderándose de todas las más importantes poblaciones del Estado, hasta que confinadas nuestras fuerzas á la capital por el excesivo número de los bárbaros, se dio nueva organización á nuestro ejército, que emprendió la ofensiva hasta reducir al enemigo á su actual guarida. Que en todos los puntos sitiados por los indios se encontró el finado, dando pruebas marcadas de valor, como puede verse en los partes impresos en el Boletín Oficial que veía la luz pública en los primeros años de esta lucha cruenta;[8] pudiendo decirse que no hubo encuentro de armas en aquella época, en que el Coronel Vázquez no hubiese tomado parte.
En 1852 marchó a Chichanhá con las fuerzas del General D. Rómulo Díaz de la Vega y formó parte de la Comisión que entendió en los trabajos de pacificación de los indios sureños. Poco después se le destinó a guarecer el puerto de Bacalar, en cuyo destacamento duró más de un año, sufriendo, además del peligro, las privaciones consiguientes á aquel cuartel lejano y de un clima mortífero.
Relevado del punto anterior, se le destinó á Tihosuco en clase de Capitán á las órdenes del Coronel D. Juan María Novelo, y en cuyo cantón permaneció largos años incursionando sobre los bárbaros, hasta la misma cabecera Chan Santa Cruz, mereciendo por sus heroicos servicios los ascensos sucesivos de Comandante de Batallón, Teniente Coronel y Coronel, hasta que en 1863 fue relevado del mando de Tihosuco por Jefes que estaban al servicio del Imperio. Desde entonces se dedicó á los trabajos del campo para formar un porvenir modesto á su familia…En los últimos cuatro años de su vida que desempeñó la Jefatura política del Partido de Peto, se hizo apreciar de todos por su carácter pacífico y conciliador.[9]




[1] Apuntes biográficos de los "notables" de la Villa de Peto de la segunda mitad del siglo XIX, en Avatares de una región de frontera. Peto, 1840-1940 (tesis doctoral). 
[2] Su grado de coronel lo encontré en AGEY, Poder Ejecutivo, sección jefatura política del Partido de Peto, c. 322, vol. 272, exp. 11 (1876). Édgar Mendoza (2011: 126) respecto a esta figura cardinal del esqueleto del poder político para la gobernabilidad en el siglo XIX: “El jefe político no fue únicamente un funcionario cruel y despiadado como lo pinta la historiografía tradicional, no siempre impuso por la fuerza sus caprichos y las leyes, sino sus funciones también fueron de conciliación, negociación y pacificación”
[3] Jefatura política de Peto. La Razón del Pueblo, 12 de noviembre de 1879.
[4] El 3 de julio de 1883, don Diego, conmovedoramente, comunicaba al gobernador la terrible noticia de la llegada de la langosta por los montes de Tixhualahtun: “Tengo el sentimiento de participar á U. que ayer á las doce del día ha invadido la langosta el pueblo de Tixhualahtun, de este partido en número considerable agotando las nuevas plantaciones de maíz de dicho pueblo y sin embargo de haber dictado con anterioridad todas las disposiciones referentes á su destrucción ó alejamiento del radio de este partido, las he repetido con recomendación de su exacto cumplimiento. También por varios conductos he recibido la noticia de que además de la nube de estos insectos dañinos que se ha presentado al norte de esta cabecera vienen otras por el Oeste y Noroeste de ella, de manera que si estas tres grandes porciones nos invaden puede tenerse por destruido todas las sementeras de maíces de este punto fronterizo, en que las cosechas del año anterior fueron bien escasas, al grado de no existir depósitos de granos para atender á las familias en un caso de grave necesidad como la que nos amenaza. Para el objeto de evitar en parte los funestos estragos de la langosta, el vecindario, a moción mía ha contribuido con doscientos veinte pesos para gratificar á los que se ocupen en la matanza de aquel insecto destructor”. AGEY, PE, sección jefatura política de Peto, serie gobernación, c. 368, vol. 318, exp. 77 (1883).
[5] AGEY, Archivo Notarial, libro 105, serie protocolo, foja 16 (1886).
[6] AGEY, Archivo Notarial, libro 105, serie protocolo, foja 36 (1886).
[7] “Gacetilla. Guerra de indios”. La Revista de Mérida, 14 de febrero de 1886.
[8] Encontré estas acciones de guerra del capitán don Diego Vázquez en el Boletín Oficial del Gobierno de Yucatán del año de 1849: 21 de diciembre: y del año de 1850 con fechas siguientes: 1 de enero, 2 de enero, 5 de febrero, 19 de febrero, 21 de febrero, 8 de marzo, 9 de marzo, 16 de marzo
[9]La Revista de Mérida, 3 de marzo de 1886.

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