martes, 14 de enero de 2014

EL LIBRETO DEL DISPÉPTICO

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Michoacán sigue el libreto escrito por un escritor dispéptico desde un Aracataca de lo mejor de la guerra colombiana: la de los secuestros, la de las minas antipersonas y los escuadrones paramilitares de la muerte. Por un lado, las guerrillas de un grupo delincuencial narco iluminado llamados, umberteanaecoecamente, como los Caballeros Templarios; por el otro, las "autodefensas", cuya ilegalidad se pretende legalizar mediante una pírrica, resquebrajada y facilona interpretación ad hoc de unas cuantas retacerías normativas.
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Hoy los radicales a ultranza de toda laya –Anita Colchero sufre orgasmos sostenidos defendiendo a sus “autodefensas”, apá-, esos totalitarios que hasta gritarían "Muera la libertad" y le prenderían velas al oscurantismo de ideas estúpidas -todo lo que sintetice eso de "un mundo mejor es posible", verbigracia-, maniqueas y desinformadas, ven al "doctor Malverde" como a un Pancho Villa redivivo, o como a un defensor del "pueblo", etc., etc. Se ha pretendido hacer creer, que las autodefensas michoacanas y guerrenses, tienen sus antecedentes en los años revueltos de la Revolución. En Pueblo en vilo, don Luis González y González habla de estas defensas del pueblo de San José de Gracia y de otros pueblos michoacanos, armados y defendiéndose de cuanto camaján revolucionario y no revolucionario se les apareciera.
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Pero, en mi personal y liberal opinión (sic y recontra sic eso de "liberal opinión"), las autodefensas no tienen nada que se les parezca a aquella época del México revolucionario, cuando el Estado destruido de los porfirianos no se había recompuesto con el ropaje del Estado que implantarían los sonorenses, y que se solidificaría hasta bien terminado el Cardenismo en 1940. Hoy, en teoría, tenemos un Estado con todos sus bemoles y sus injusticias, pero un Estado que, en teoría, debería posicionarse en puntos de la geografía donde su monopolio de la violencia se ve cuestionada. Y si no, ¿para qué carajos existe un Estado?
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Cuando me ponen videos de la Tuta -un sapo carnicero de Michoacán- o de Malverde, no logro observar las diferencias específicas de las luchas de ambos, pues ambos dicen representar al "pueblo", lo que me lleva a pensar, que ese pueblo que representan, es un pueblo enfermo, degradado por la falta de libertades, o por la falta de yo no sé, puede que hasta sea la falta de cultura de esos bárbaros tarascos.
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Si Michoacán y Guerrero son un polvorín, ¿por qué no y, fácil, el Estado mexicano sale de ahí? Esa idea es la que pretenden, la que quieren que se lleve a la práctica los ultra izquierdosos de todo pelaje y maridaje, cuando enristran la paparruchada de que el Estado "no toque" a las "autodefensas", pues chillan cuando el ejército intenta posicionarse en municipios “liberados”. Entonces, si a esa lógica pedestre nos arrimamos, la presencia del Estado no tiene razón ya más de ser, ergo, una parte extraña de México – Michoacán y Guerrero- volvería a épocas del canibalismo antropofágico anterior al Leviatán hobbesiano. ¡Que se coman y reconcoman templarios y autodefensas!

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