martes, 10 de septiembre de 2013

En verdad, en verdad os digo

A priori, pido disculpas por mi sinceridad, pero lo diré:
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Pues ojalá, y en verdad lo digo, ojalá y algún día se acabe para siempre ese chancro bestial que se dice hijo de Dios el muy hijueputa, el muy prostituto; y si así fuera, su Dios, o sus dioses si fuéramos idólatras y nos andemos comiéndonos los corazones -aunque muchos, sobre todo los hippies, lo son, idólatras; y hay más de una hijueputa o un hijueputo que anda por ahí comiendo corazones-, serían unos dioses indecentes por haber creado a ese carnicero de la tierra, a ese sucio bípedo que habla, come, defeca, se enamora, sueña con la eternidad desde su porqueriza existencial, cuando no es más que un simple asesino de los animales con los que se atraganta todos los días en eso que llama, el muy granuja, arte culinario; a ese "civilizado" a base de tanta testosterona mezclada con sangre con la cual, desde el neolítico, o antes, desde el paleolítico, o cuando era mono y pensaba en sodomizar a su mona, ha manchado esa cosa que se llama historia con sus sueños de grandeza y sus inclinaciones de chacal. Chacal abyecto, deyecto...Ojalá, ojalá, y reojalá que algún día desaparezcamos como especie maldita creadores de Cristos locos y vírgenes infieles, o de huicholobos y kukulcanes maricones, y ruego todos los días que los rusos y los yanquis y los musulmanes, ya saquen de una vez por todas a esas bombas y ojivas y empiecen a quemarlo todo, empezando, desde luego, por el pueblo bárbaro de donde proviene mi radical misantropía.

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