martes, 16 de julio de 2013

DE LO QUE ME SORPRENDE DEL HISTORIAL DELICTIVO DE UN CAPO


De todo el historial delictivo del Z-40, Miguel Treviño Morales (capturado el 15 de julio de 2013), me sorprende dos cosas: en la jerga marxista, su "rencor de clase" mal encausado. Es sabido que en América Latina, muchos líderes de izquierda han salido de las estratos populares, así como varios escritores de peso, que han roto todas las barreras políticas y culturales. El ejemplo político sería el caudillo de Sabaneta, el niño pobre Hugo Chávez Frías, que del poder solamente lo tumbó un cáncer despiadado. El ejemplo literario, sería el que fuera conciencia política mundial y escritor total y toral: José Saramago, que apenas a los 19 años se compró su primer libro (en eso me empariento con Saramago), y que su universidad y sapiencia la hizo, en buena parte, en la biblioteca pública de Lisboa.

El Z-40 fue uno de los extremos: hijo de familia proletaria y mil usos en su infancia y adolescencia, su "sentimiento de inferioridad", o mejor dicho, su conciencia de clase y la lectura precisa del sistema autoritario y despiadado mexicano, le hizo creer que en México el poder y el respeto se ganan con la fuerza bruta, demoledora, del terror sistémico. Y tal vez no se equivocó: en México, en el México en el cual no se excluye la secta de los académicos, el diálogo resulta a veces imposible: uno sólo quiere chingar al de enfrente, sodomizar las ideas de la otra, arrinconar al contrario, encumbrarse por encima de los demás. Hay demasiada testosterona en la sociedad mexicana. Quien diga lo contrario, miente cual bellaco que es.

A propósito de esto, en un reciente libro, Jorge Castañeda hablaba de ese misterio individualista de los mexicanos, un individualismo mal encausado, que sólo produce desazón y campeones mundiales de box y toreros fenomenales, pero en términos sociales, muchas veces la soledad más perra. De ahí que México se encuentre dividido en múltiples rinconcitos de la patria, irreconciliables y desconocidos los unos a los otros, que cuales Pedros ermitaños y jacobinos de la era terciaria, se odian, se desprecian o se ningunean con enjundia. Eso se da en todos los espectros: nadie valora una obra en sí mismo, nadie reconoce la valía del otro o de la otra, y se dan casos hasta maritales en que dos individualidades se comen y reconcomen. Cuando Octavio Paz ganó el Nobel de literatura en 1990, la izquierda rencorosa, los jotos y amanerados de esa izquierda pútrida y trasnochada, lo ningunearon, aunque Paz se había ganado el respeto con trabajo demoledor, devastador: los hizo mierda a más de uno, como el Z-40 hizo mierda a más de uno. El Z-40 viene de esa escuela donde "o chingas o te jodes".

La segunda cosa que me sorprende del Z-40, es su amor por los cuartos de milla: lavando y relevando dinero, se compró nada más y nada menos que 400 caballos cuartos de milla, algunos campeones y otros veteranos de campeonatos.

Las condiciones socioeconómicas y culturales que crearon al Z-40, siguen presentes en este México injusto y prostituto...Y la pregunta sería, ¿como encausamos la conciencia de clase por los senderos de la lucha política, y no de la lucha delictiva?, ¿cómo modificamos las anomalías producidas por un sistema asimétrico como el mexicano, pasándolas de pulsiones delictivas a pulsiones literarias?

No hay comentarios:

Archivo del blog