martes, 25 de junio de 2013

“Hombre, en el patio de nuestra casa hay un Congreso Internacional de Mayistas, y sería el colmo no estar ahí”: Recuerdos del Tercer Congreso Internacional de Mayistas.

El 9 de julio de 1995, a las 18:00 horas con 45 minutos de una tarde cálida pero fresca - según el periódico de aquel día-, Mario Villanueva Madrid, gobernador para ese entonces de Quintana Roo, declaraba “formalmente inaugurados los trabajos” del Tercer Congreso Internacional de Mayistas. La casi en pañales Universidad de Quintana Roo (UQROO), del 9 al 15 de julio sería el escenario en el que se moverían, platicarían, dialogarían, disertarían, discutirían y objetarían teorías sobre los mayas, los Grandes Mayistas venidos de todos los rumbos de la rosa de los vientos. Fue el escenario, también, de las palabras proferidas por los kúch káahalo’ob (es decir, “los que sostienen el cargo del pueblo”) de X-Cacal Guardia, Quintana Roo, y de algunas quejas que externaron estos últimos a la esquizofrenia de algunos Grandes Mayistas. Comenzaré este texto recordando el catálogo de las ponencias que, en mí opinión, fueron dignas de aparecer en los dos voluminosos tomos de las Memorias de ese encuentro, editado en 1998 por la UNAM y la UQROO (cada tomo con más de 800 páginas).
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El catálogo de las ponencias rescatables
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Una lista de los eruditos que asistieron a una universidad desconocida de una ciudad no menos desconocida, nos da un ejemplo de la calidad de ponencias que el público escucharía (alumnos y externos): En la mesa denominada “Los Mayas Peninsulares del tiempo de la invasión española”, el gran mayista japonés, Tsubasa Okoshi, haría una revisión crítica de la geografía política de los yucatecos en el Postclásico. En la interesante mesa que tocaría el tema de las investigaciones recientes de los mayas del centro de Quintana Roo desde áreas como la antropología, la historia, la lingüística y la ecología, Allan Burns, el folklorista y recopilador exhaustivo de los mitos, las consejas, los cuentos y la literatura oral de los mayas actuales, hablaría de los “Diálogos y metáforas en los consejos históricos orales de los Santa Cruz Maya”. Muchos años después, al leer este trabajo en el decurso de mi propia investigación sobre los mayas del centro de Quintana Roo, diría y sigo diciendo que el traductor demostró su “mentecatilidad” con el título. En la misma mesa, el suizo Ueli Hostettler, mediante la tradición oral, hablaría sobre la perspectiva que los mayas del pueblo de Yaxley tienen del cambio: de una economía de autoconsumo hasta 1960, los de Yaxley pasarían a los años difíciles de la “apertura” al mercado, y de la penetración del Estado abriendo viejos y nuevos caminos y plantando escuelas. Siempre en esa mesa, Martha Herminia Villalobos González, con su ponencia denominada Mayas e ingleses: intercambio económico al final de la Guerra de Castas, 1880-1910, daría unos avances de lo que conoceríamos en el libro El bosque Sitiado…: la tesis económica explicando la durabilidad de los años autonómicos de los rebeldes de Chan Santa Cruz.
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Saliendo del área de la antropología y la historia de los rebeldes del centro de Quintana Roo, el Tercer Congreso no pudo haber sido de mayistas sino hiciera acto de presencia la ciencia “dura”, pero a veces no tan exacta, en el área de los estudios mayistas: me refiero a la enigmática epigrafía. Ahí, el célebre ruso que, según la conseja, conoció a fray Diego de Landa en un Berlín combustionándose durante la Segunda Guerra Mundial, daría unas breves palabras en español: En un auditorio que no sé si ya estaba bautizado con su nombre, el padre del desciframiento de la escritura maya, Yuri Knorozov, dijo al público: “Voy a hablar ahora de la teoría del desciframiento y comenzaré refiriéndome a la metodología…” Si hubiera asistido a la conferencia de Knorozov, con doble lazo de cochino me hubiese amarrado a mi silla para no salir huyendo, y aguantaría la tristeza de apenas poder descifrar la salmodia del gran descifrador. La epigrafía, obviamente, no es para autodidactas. Apenas hubo salido Knorozov del estrado del auditorio que, repito, no sé si ya estaba bautizado con su nombre, la gran Linda Schele, junto con el alemán Nikolai Grube y Erik Boot, nos hablarían de algunas “suggestions” de las profecías katúnicas en el libro del Chilam Balam “in light of” periodo clásico history (mi traducción es pésima). Hasta ahora, no he leído esa ponencia, pero ha de ser interesante porque de Linda me he leído el Cosmos Maya y Una selva de reyes, y digo que no hay pierde…Victoria Bricker, habló de la función de los almanaques en el Códice Madrid.
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Siguiendo con la revisión de las ponencias de los mayistas que asistieron a ese olvidado Tercer Congreso, en una mesa que trató sobre los movimientos de revitalización en el área maya, dos chiapanólogos, Kevin Gosner (el de los soldados de la virgen), y Urlich Kölher hablarían de las sublevaciones tzeltales y chamulas en tiempos coloniales y decimonónicos. En esa misma mesa dio una ponencia indignante el no menos indignante Gudrun Mossbrucker, tocando el tema de la rebelión de Quisteil de 1761 con términos que quedarían para los anales de la infamia historiográfica: para Mossbrucker es un hecho que era un asunto de borrachos lo de la rebelión de Jacinto Canek, y tergiversando trabajos como el de Victoria Bricker, Villa Rojas, e incluso el del a un tiempo execrado y admirado Sierra O’Reilly, Mossbrucker diría las siguientes bazofias:
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a).- “Entre los mayas yucatecos no existe tradición oral respecto a Quisteil, ni siquiera el ‘líder’ de la ‘insurrección’, acusado de haberse coronado rey de todos los mayas de Yucatán, se encuentra en su memoria”.
b).- “Sierra O’Reilly inventó esta biografía que hasta hoy día es aceptada por muchos científicos…” (Mossbrucker se refería a la biografía de Jacinto Canek, de que fue panadero nacido en el barrio de Santiago de Campeche, que fue educado en el convento franciscano de Mérida donde hubo de leer la historia antigua de su pueblo y así convencerse de que había que terminar con el sistema colonial).
c).- “…no hay seguridad de que realmente hubo un líder o rey en Quisteil; más dudas todavía caben acerca de que Canek fue aquel líder”
d).- “…no podemos decidir si en Quisteil en el año 1761 hubo una rebelión”.
Años después, nuevos estudios en el Archivo General de Indias (AGI) con el legajo del caso de 1761, vendrían a hacer que Mossbrucker se metiera su ponencia de interpretación prejuiciosa de literatura del caso, por donde más le gustara, o por donde más le apretara.
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En una mesa denominada “La selva en transformación: procesos y personalidades”, Herman W. Konrad tocaría, vez enésima, sus estudios sobre el chicle en la Península de Yucatán. Los estudios de Konrad son referencia obligada para aquel que pretenda intentar trabajar el chicle, una industria extractiva triste por lo que implicó su dependencia-sobrevivencia al mercado gringo, pero altamente atrayente en cuanto a la vida cotidiana de los chicleros, esos gambusinos de “la Montaña” que lograron domeñar y civilizar lo incivilizable: la feracidad de la Montaña, durante los primeros cincuenta años del siglo XX.
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Para el año 1995 estaba todavía fresca la rebelión del EZLN desde aquel memorable amanecer del 1 de enero de 1994, y para esas fechas, un giro de 180 grados que se dio entre investigadores de la ciencia jurídica o la sociología del derecho, había comenzado a rendir sus frutos con seminarios célebres como el de las ya míticas Jornadas Lascasianas. 1992 puede ser el año en que los juristas, sociólogos y filósofos del derecho comenzaron a hablar de la otredad en sus discursos jurídicos abstrusos, de los otros derechos de los grupos minoritarios. En el Tercer Congreso Internacional de Mayistas se dio cabida para estos nuevos cauces investigativos, y así vemos que los mayistas, acostumbrados a hablar de historias antiguas, de movimientos étnicos, de duraciones milenarias y trabajos en excavaciones, escucharon a un Manuel González Oropeza hablar de la Constitución yucateca de 1841 y el juicio de amparo; a Carlos Salvador Ordóñez Mazariegos indicando cuáles eran los Derechos Humanos de los pueblos indios (todos los humanos pero, además, el derecho a la autodeterminación, a la territorialidad, a la cultura propia, al etnodesarrollo); a Jorge Alberto González Galván hablando del “derecho matriz de los excluidos”: la autonomía (o los procesos autonómicos de los pueblos mayas de Chiapas). A su vez, José Emilio Ordoñez Cifuentes precisaría, bajo la lente del derecho internacional público y la sociología del derecho, conceptualizaciones jurídicas en el estudio del derecho indígena: los conceptos “indio, pueblo y minorías”.
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En otra mesa redonda, denominada “Los mayas peninsulares en los siglos XIX y XX”, Terry Rugeley, el gran yucatecólogo de Oklahoma, hablaría del Tihosuco de 1800-1847, trabajo que se engarza en su obra primera sobre la Guerra de Castas: Yucatán’s Maya Peasantry. The Origins of the Caste War, aparecida en 1996 y que lamentablemente, junto con Rebelion now and forever…, no han sido traducidas al castellano. El trabajo de Tihosuco aparecería tanto en el Unicornio histórico del Por Esto, así como en la revista Saastun, de la Universidad del Mayab. Sin embargo, la primera vez que lo leí fue en las Memorias de este Tercer Congreso de Mayistas.
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En una de las últimas, por no decir la última mesa redonda plenaria, denominada Historia de Quintana Roo, el novelista total de la Guerra de Castas, Nelson Reed, hablaría sobre Yumil Jesucristo, Juan de la Cruz, y la Cruz Parlante. No es superfluo decir que el libro de Reed, aunque es una perfecta obra historiográfica armada bajo el cartabón bibliográfico de Howard Cline, es hasta ahora la obra cumbre, la más amena, la que más atrapa de la Guerra de Castas, de ahí que la vea también como una novela. Al lado de don Nelson, Sergio Quezada expondría un estudio sobre los centros políticos del oriente peninsular yucateco durante el lapso 1517-1565. La discípula directa de Reed, Lorena Careaga (y me pregunto, ¿quién que no haya leído a Reed y trabaje temas de la guerra de castas en Yucatán, puede no ser su discípulo? Para bien o para mal, todos somos herederos de Reed), finalizando este Tercer Encuentro de Mayistas, tocó el tema de las sendas de resistencia de los mayas bravos y los mayas pacíficos en el siglo XIX.
Las palabras de los kúch káahalo’ob
Juan R. Sosa y, al parecer, Gregorio Vázquez Canché, fueron los encargados de coordinar estas pláticas que dirían los oficiales de X-Cacal Guardia en el Tercer Encuentro Internacional de Mayistas. Juan R. Sosa, con unas palabras introductorias que podrían sonar un poco ríspidas, pero que sin duda son exactas, diría en su alocución introductoria, lo siguiente:
“A la misma vez que se ha intentado dominar al pueblo maya, ha surgido también un tremendo interés académico y turístico en ellos. Es precisamente por eso que todos estamos aquí, porque es posible que los mayas se han convertido en la cultura más estudiada del mundo, aunque muchas veces esto se hace en forma de un saqueo literal o simbólico…Así, muchos profesionistas de varias disciplinas hacen sus carreras, ganan sus sueldos y se aprovechan de la fama internacional, sin regresarles nada a los actuales dueños de esta tierra, mientras estos verdaderos mayas siguen resistiendo una dominación extranjera en su propio país”.
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Y seguía con su perorata Juan R. Sosa:
“Un resultado de todo esto es que muchas veces los actuales mayas se han quedado invisibles o solo reducidos a imágenes folklóricas y malentendidas tanto por el público en general, como por los que supuestamente son los expertos en ellos. De esto surgen las siguientes preguntas: ¿Quiénes son verdaderamente los expertos en asuntos mayas..?”
Y reiteramos la pregunta, ¿quiénes en verdad son los expertos en asuntos mayas?, ¿Villa Rojas, Redfield, Morley, Nikolai Grube, Reed?
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En las palabras de Vázquez Canché, este, inspirado tal vez por la fuerte presencia del discurso zapatista, diría sus célebres palabras de que todavía había maya para rato:
Para muchos los mayas ya no existimos. Que somos parte del pasado. Para otros somos objetos de estudio. Más aún hay otros que nos quieren comparar con seres extraños. Lo anterior nos indigna y nos demuestra la incapacidad de personas para entender la sabiduría y los conocimientos de los antepasados, y de los mayas de ahora. No entienden el profundo conocimiento y poder que tuvieron los abuelos por su relación con la madre tierra, el cielo, el padre sol, las estrellas, la abuela luna, la lluvia, el bosque, los animales, y que hasta la fecha se mantiene viva. Solamente que está oculta por la cultura del dz‟úul (el extranjero). Pues, parece que hay un malentendido, o que no nos quieren ver como una cultura viva. Aunque han pasado más de 500 años de dominación cultural, todavía hay ch‟a cháak (la entrega al ch‟áak), todavía hay loj káaj (la ceremonia del pueblo), todavía hay maya para rato, todavía hay maya para dar lata. Hemos resistido a perder nuestros valores culturales mayas. Somos tan tercos que queremos heredarlos a nuestros hijos y nietos. Por eso ya no queremos seguir siendo objeto de estudio, ni buenos indiecitos de folklor para adornar actos públicos. Queremos ser nosotros mismos. Hablar. Exigir el respeto a nuestras autoridades tradicionales y a nuestra cultura. Queremos hacer nuestras propias cosas…”
Vázquez Canché, frente al público donde seguramente estaba algún Gran Mayista tomando un trago de ron en las rocas o pensando en las musarañas katúnicas o ligándose a una negra nalgona chetumaleña, contó cómo surgió la idea de que los kúch káahalo’ob fueran a Chetumal a contar su palabra:
"Entonces, reflexionando estas cosas [de la autonomía y la defensa cultural indígena, GAT] con los abuelos, dijimos: “Hombre, en el patio de nuestra casa hay un Congreso Internacional de Mayistas, y sería el colmo no estar ahí”.
Vázquez Canché les pedía paciencia a los Grandes Mayistas, les decía que les dieran chance a los nojoch mako para que dijeran su palabra, porque, “como ustedes saben, estar callado durante muchos años, como que uno quiere decir todo en unas horas”, y resulta que las palabras se le atropellan a uno y salen huyendo, y rebotan mal y no se dejan atrapar. Terminando su alocución, Vázquez Canché les pedía también a los Grandes Mayistas, a los estudiosos de la cultura maya, “un compromiso de los investigadores con los pueblos a devolver el resultado de su trabajo, para que sea completo y en beneficio de la comunidad maya”.
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En seguida, les tocaba el turno a los abuelos para decir su palabra. El general maya Isidro Caamal Cituk, de X-Cacal Guardia, manifestaba a los “señores mayores” (o a los Grandes Mayistas descifradores de los arcanos y de los cercanos), de que estaban “muy contentos de venir aquí al pueblo de Chetumal, para conversar”, y que venían expresamente a visitarlos. El Comandante Dámaso Pech Cen, de Chumpon, francamente dijo que “Llegamos a visitarles [a los Grandes Mayistas] aquí, porque nosotros estamos viendo lo que está sucediendo por todos esos catrines (dz’úules). Vienen a coger nuestras palabras (conversaciones), pero que lo respeten, porque tenemos el gran cargo”. Don Higinio Kauil Pat, del X-Cacal Guardia, decía: “Somos esos pobres mayas que dicen que han desaparecido, pero no hemos desaparecido. Aquí estamos, para que puedan vernos, señores”. Hilario Che May, representante de la comunidad de Tepich, contaba que creció en la pobreza, y que seguía siendo pobre. Que uno de sus abuelos de 100 años fue esclavizado, que fue aprovechado por los hombres catrines (dz’úules), y que él no quiere que los catrines se sigan aprovechando, que los sigan engañando “sólo porque nosotros somos mayas y pobres”.
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En una ronda de preguntas entre el público –los Grandes Mayistas habían desaparecido, o seguramente estaban de cóctel o visitando los puteros de la región- y los abuelos mayas del centro de Quintana Roo, alguien preguntó que cómo podría ayudarlos a los abuelos, y el General Isidro Caamal Cituk respondió: “Debe ser recíproca la ayuda, para que no haya maldad. Bueno, señora, vamos a ayudarnos mutuamente. Me ayudas y yo te ayudo también. Pero si yo te ayudo y no me ayudas, pues, no está bien”.
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La solicitud de Nelson Reed: le informaron que ayer dio permiso el gobernador que va a cambiar el nombre de Felipe Carrillo Puerto a Chan Santa Cruz.
En la misma ronda de preguntas a los abuelos, alguien del público agradecía que “qué bueno que se animaron a venir”, y que, como decían los abuelos, no se puede resolver todo en la primera junta, pero que ya habían comenzado a platicar y que había voluntad para ayudar de los dos lados de la mesa. Y decía el preguntador o la preguntadora desconocid@:
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“Pero yo he tenido el honor de estar con este señor que se llama Nelson Reed, que es el autor del libro que se llama La guerra de castas de Yucatán. Entonces, él estuvo en Bacalar en 1948, y estuvo con don Norberto Yeh en Chancah Veracruz, hace 30 años. Entonces, él tiene hecho una solicitud y le informaron que ayer dio permiso el gobernador que va a cambiar el nombre de Felipe Carrillo Puerto a Chan Santa Cruz. Entonces, estoy pidiendo a ustedes, los abuelos y los jefes, si están de acuerdo con ese cambio de nombre”.
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Y las respuestas no se hicieron esperar. El teniente Crescencio Pat Cauich se adelantó a todos:
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¡No! No estamos de acuerdo. Noj Kaj Santa Cruz. Señores, las palabras que dijo este señor, los mayores antiguamente no decían Chan Santa Cruz sino Noj Káaj Santa Cruz X-Balam Naj Kampokolche Káaj. No es Chan Santa Cruz.
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Alguien del público, con economía del lengua, dijo: “Esta muy largo”.
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Respuesta: “Eso dicen los abuelos”.
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Una doctora de nombre Maricela Ayala, intervino: “Entonces creo que esa solicitud debe permanecer guardada hasta que ellos estén de acuerdo, ¿no?
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Respuesta: Lo consideramos así.
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Alguien del público, tal vez una feminista exquisita, preguntó por qué no, en el siguiente encuentro, se invite a las abuelas. El General Isidro Caamal Cituk, con una frase, calmó el ánimo de la feminista exquisita: “Que las inviten. Ya es hora".
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La plática terminó con el pendiente de que si se le corta o no su largura a Noj Káaj Santa Cruz X-Balam Naj Kampokolche Káaj, o si Carrillo Puerto seguiría siendo Carrillo Puerto; y del Tercer Congreso Internacional de Mayistas, un éxito rotundo, fue capturado en dos gruesos volúmenes que sacan bíceps y tríceps al leerlos… Fuente Bibliográfica: Tercer Congreso Internacional de mayistas. Memoria (9 al 15 de julio de 1995), México, 2002 (Primera reimpresión), UNAM y UQROO, Tomo I y II.

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