sábado, 29 de junio de 2013

BREVE CUENTO DE LA DUDA

En el principio fue la duda. Y la duda se hizo carne, y la duda comenzó a hablarme. Dijo:
"Ya no me acuerdo si fue ayer o si fue hace milenios, pero en el intervalo del antes y de los milenios te conocí cuando comenzaste a pensar en mi como sólo un hombre enamorado puede hacerlo; cuando renegaste de todo y comenzaste a dudar hasta de tí mismo, de tu sombra clara y de tus días felices; y execraste del sol y escupiste a la noche: comenzaste a dudar, comenzaste a soñarme".
Desde aquel entonces la duda se hizo carne, y la duda creció en mí, trepó a mí sombra como una yedra y comenzó a hablarme: Duda, duda -me decía-, y serás feliz. Duda de los para siempre y de los nunca, duda de la tarde y duda del mar; duda de los pechos insomnes atravezados por las metrallas del deseo, duda de las ideologías, de los pluscuamperfectos y de las tardes acalladas; duda del rencor dejado atrás, y duda del futuro rencor. Toda la tranquilidad de esto que llamamos vida -lo cual dudo- estriba en dudar y seguir dudando. Pero eso, dúdalo también...

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