domingo, 12 de mayo de 2013

DE LAS SECTAS O ELOGIO DEL CATOLICISMO

Una nota de La Jornada señala la visión fundamentalista del dictador Efraín Río Montt (Huehuetenango, 1927) de la siguiente manera: <
i>“Miembro de una secta religiosa llamada Iglesia del Verbo, Ríos Montt se consideraba electo para dirigir Guatemala y liberarla de la amenaza comunista. Sus discursos estaban llenos de citas bíblicas y de comentarios apocalípticos, y la Iglesia católica (la más influyente del país) observó con muchas reticencias las acciones de este personaje pintoresco pero despiadado”.
García Márquez, en su discurso al recibir el premio Nobel en 1982, puntualizó, irónico, sobre esta actitud mesiánica del “Nehemías guatemalteco”, al decir a los civilizados suecos que desde que don Antonio de Pigafetta hizo la crónica rigurosa de la fauna fantásica de América meridional, desde que Cabeza de Vaca atrevesó en su legendaria caminata la Florida hasta el norte de México, desde que las viejas colonias americanas españolas se independizaran, América nunca ha tenido un instante de sosiego: guerras civiles, matanzas, dictaduras, intervenciones imperialistas, “un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas” peleando solo y hasta morir contra todo un ejército.
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El colmo de estos momentos de intranquilidad vino a ser la figura del Nehemías Guatemalteco. El fabulador de Aracataca establecía que “surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo”. Era Ríos Montt esa figura diabólica encerrado en sus malsanas lecturas de su dogmática biblia. Como su modelo bíblico, el Nehemías gobernador de Judea que comenzó a reconstruir las murallas de Jerusalén, el Nehemías guatemalteco, con la venia de Washington, se propuso establecer un muro inmenso de dictadura cuartelaria contra todo “peligro comunista”, y así, en el contexto de muerte de los 200 mil muertos dejados por una guerra en tierras mayas (véase el libro de Ivon Le Bot), Ríos Montt, mandando a sus esbirros, practicó el genocido del pueblo Ixil –sus presuntos nexos con la guerrilla, etc-, diezmando hasta en 5.5 su población total (La jornada, 11 de mayo de 2013). Pero esto, los 17 meses de dictadura de Ríos Montt, ¿es todo lo más que se puede hacer contra todos los crímenes de guerra?, ¿Sólo Ríos Montt?, ¿y en donde está la plana mayor de los generales y la escuela de las Américas y las anuencias criminales de Washington? La jueza que dictó la sentencia, adelantó que esto es apenas el primer capítulo, la primera resquebrajadura del muro –no el muro contra el comunismo- de la impunidad instaurado desde antes de Ríos Montt.
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Sin embargo, el caso de Ríos Montt es muy singular por la forma como este mesías predestinado a salvar a Guatemala del peligro comunista, puso en juego su vena fundamentalista: Ríos Montt, puedo asegurar, como todos los miembros de las sectas, detesta la “idolatría”, y esta idolatría puede ser la idolatría comunista, o la simple idolatría de las creencias populares. Aquí quiero ser franco, conciso, para decir algo contra las sectas. Yo respeto todas las creencias, todas las "sectas" (ya se van a enchilar los sectarios), pero me sorprende la forma tan radical y farisaica de algunos grupos religiosos...Estos fundamentalistas me hablan de la poca lectura de la biblia de los católicos, o de la poca crítica y la jerarquía autoritaria entre el cura y los feligreses...Sin embargo, varias veces he comprobado que ser católico es una bendición del cielo: no radicalizamos el discurso convirtiendo la vida en un "sepulcro blanqueado", resumimos todo en el amor al prójimo, y aunque no comparto algunas cosas como la existencia histórica de la Guadalupana, creo que esos símbolos religiosos ayudaron en demasía a la nación que se formaba en el amanecer de la colonia: las fiestas de los patronos cohesionan al pueblo, y se sabe que detrás de la Cruz o detrás de San Bernardino, están las viejas deidades prehispánicas (de ahí el sincretismo y la vehemente fuerza de las fiestas de pueblo). Además, no existe tabúes gastronómicos -los testigos de Jehová me dan pena-, y a veces, los tabúes sexuales se pierden a la hora de la hora. En fin, por algo el catolicismo ha durado más de 2000 años (miente el que diga que ha durado porque ha tenido el arcabuz y la espada, porque esas bestias no conocen el alma humana), por algo fue la iglesia católica la que dio impulso a las variopintas gestas de finales del XV y principios del XVI: Cortés, el padre fundador de México, era devoto de la virgen de Guadalupe, y algo, tal vez la providencia divina impulsaron a esos extremeños a hacer lo que hicieron, es decir, “la mayor cosa después de la creación del mundo”, con la excepción de la encarnación y muerte del que lo creó, que fue el descubrimiento y conquista de América. Y al día siguiente de la Conquista, caídos los viejos ídolos prehispánicos, sus caídas no fueron caídas sino que pasaron a los cuerpos de las cruces, de las vírgenes y los santos traídos por esos barbudos: sólo la fe católica, fe híbrida, pudo llevar a cabo el proceso de mestizaje, sólo la flexibilidad de la fe católico posibilitó el cristianismo de los antiguos pueblos mesoamericanos...Y así vemos que se dieron afinidades increíbles: la cruz foliada de los mayas, sigue siendo la cruz verde y vestida con huipil de todos los pueblos de Yucatán. Así vemos que las plegarias al Cristo, al “Nojoch Dzul” hecha por los chamanes mayas en ceremonias agrícolas no solo tienen reminiscencias prehispánicas, sino que el impulso de la doctrina cristiana posibilitó nuevas formas discursivas...Además, hay que darle gracias a los frailes que enseñaron a leer y escribir a los hijos de la élite maya: estos, a la larga, se encargarían de escribir los distintos chilames. El catolicismo –sea militante o no- es un humanismo que refrenda la tesis de la ecúmene: abierto a todas las posibilidades, por algo es el bastión más grande de fe en todo el mundo.
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Por eso digo que las sectas actuales -llámese presbiterianas, pentecostales, testigos de jehová, los de los últimos días- son respetables, y en cierto sentido, tolerables. Lo que no es tolerable de estas agrupaciones fundamentalistas es su dogmatismo que rebasa su templo: cuando comienzan a predicar sus fundamentalismos, cuando desean colonizar a uno con sus recetas de vida, inmediatamente me sale lo cruzado para decirles: ¡no me jodan! En días pasados, en una plática con campesinos, estos me señalaban su molestia por los fundamentalismos de los “hermanos”, al criticarles sus ritos agrícolas de la milpa. Esta misma molestia le fue advertida a Nelson Reed cuando sostuvo una conversación con el patrón de la Cruz, Norberto Yeh, de Chancá Veracruz: los misioneros protestantes iban por los pueblos del centro de Quintana Roo en los años 50 del siglo pasado tratando de convertir a los mayas a su fe sin ritos, a su fe sin fiestas, a su fe de solo lecturas apagadas. Yeh preguntaba: “¿Por qué vienen a nosotros? –preguntaba-. Nosotros no vamos a las ciudades a decirles cómo adorar a Dios. Ésta es nuestra tierra y nosotros la conocemos mejor que ellos”.

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