domingo, 14 de abril de 2013

"Vamos a cazar tortugueros a Río Lagartos": apuntes sobre la dieta de los mayas rebeldes

El 11 de marzo de 1876 el jefe político del partido de Peto, Sabino Piña, informaba al gobernador del Estado las declaraciones del "ciudadano" Santos Escamilla, fugado de Chan Santa Cruz. A Santos Escamilla, una partida de rebeldes (70 a lo mucho) lo hicieron prisionero el 8 de octubre de 1875 cuando se disponía a tumbar el monte para hacer su milpa a tres leguas de la villa de Peto.
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Escamilla se pasó los más de cuatro meses que duró su cautiverio rompiendo la piedra viva de un cerro que se quería nivelar en Chan Santa Cruz, así como trabajó en el rancho San Felipe, propiedad de Crescencio Poot, jefe máximo de los rebeldes una vez muerto Bernardino Cen en su incursión fallida al rancho Xuxub.
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En una nota curiosa que da colorido a las incursiones de los rebeldes a la frontera yucateca, Escamilla oyó decir a los "capitancillos" que, además de tener la mira apuntando ves enésima las torres de la iglesia de Peto, así como los montes del partido vecino de Tekax, los rebeldes del oriente querían presentarse para mayo en las amarillentas playas de Río Lagartos para sorprender en las faenas del mar a los tortugueros y pescadores de mariscos del rumbo. Tal vez este ataque (es difícil saber si se verificó) no sea sólo pintoresco, porque, aparte de los caballos, las cargas de maíces y los utensilios de metal que extraían de los pueblos de frontera (así como obviamente de personas como el mismo Escamilla), los rebeldes de vez en vez necesitaban variar su monótona dieta de la milpa y la caza por una comida más salada, más marina, o más exótica si de la tortuga hablamos perseguidos por nuestro paladar de sobrios yucatecos actuales (espero no pecar de anacrónico).
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Se me dirá ingenuo, pero diré que conociendo a la perfección la dieta del maya actual de los pueblos (reacios para comer pescado todavía en días cuando la cuaresma marceña aprieta con sus fervorosos calores), no cabe duda que la territorialidad rebelde, con más de un cuarto de siglo, posibilitó que las "estrategias de sobrevivencia" de los campesinos rebeldes variara en el oriente de la península: los mayas rebeldes no restringieron sus hábitos alimenticios a una dieta milpera-cacería basada en el maíz, los frijoles, la calabaza, los camotes, el chile y los distintos animales del monte (desde el ciervo hasta la tuza y el jaleb, así como la avifauna de la región peninsular), sino que los pescados, los mariscos y las tortugas, fueron parte de la dieta de una sociedad maya autónoma. Hasta la mitad del siglo XX, las viejas memorias de los chetumaleños dirán que en las playas que van de Calderas hasta Xkalac, las tres bahías y otros puertos pequeños, la langosta se sacaba sin ningún esfuerzo, pues bastaba con entrar pocos metros al mar, meter el brazo y jalarlas de las antenas. En este sólo punto, tal vez los "rebeldes" (¿rebeldes a quién, a quiénes?) vivían mucho mejor, o "más mejor", que los mayas que se quedaron a servir en los trabajos agotadores del periodo henequenero, cuya infame dieta basta comprobar en las líneas del México bárbaro.
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Los mayas del oriente, según informes de Marcos Balam del 3 de marzo de 1875, montaban partidas de pescadores para ir por los peces a las playas del oriente. Balam, nativo de Ebtún, refería "que logró fugarse habrá quince días del tránsito de la costa á Santa Cruz, á donde lo llevaron á cargar pescado, habiendo llegado á su vecindad, Ebtun". Podemos afirmar, además, que no solamente a la costa del oriente se hacían las pescas, y esto lo digo porque es por sentido común que las lagunas tierra adentro que existen desde el sur del actual estado de Quintana Roo hasta el centro de esa zona, son ricas en varias especies de peces. Respecto a la "cacería" de tortugueros, la declaración de Escamilla refería claramente que sobre los proyectos de invasión:
[...] en nuestras poblaciones asegura que es voz corriente entre dichos indios que por Agosto piensan movilizar una fuerza de consideración para invadir esta plaza, la de Tekax, así como las colonias del Centro hasta tocar Izamal, habiéndose comunicado órdenes á los indios del Sur, para que hagan sus aprestos, que porque quieren experimentar su nuevo armamento; y que mientras llega la época fijada, han dispuesto que para Mayo, salga una partida á recorrer la costa hasta tocar á Rio Lagartos para sorprender á los que se emplean en la pesca de tortugas y otros mariscos por aquel rumbo. Confirma, por último, la muerte del titulado general Cen acaecida en la última invasión del rancho Xuxub.
Sin duda, habría que decir, como última idea de este apunte alimenticio, que una sociedad guerrera como fue la sociedad maya de Chan Santa Cruz no podría basar su fuerza solamente en la casi vegetariana dieta de la milpa: la carne de la casería, junto con los productos del mar y las lagunas del oriente de la Península, fueron las bolsas proteínicas para una sociedad autónoma rebelde que vivió a contrapelo de las disposiciones hegemónicas del Yucatán decimonónico.
Fuentes: La Razón del Pueblo, Jefatura política de Peto, 17 de marzo de 1876./ La Razón del Pueblo, jefatura política de Valladolid, 8 de marzo de 1875.

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