martes, 26 de febrero de 2013

BUENA SUERTE Y ADIOS

Lo nuestro duró/ lo que duran dos peces de hielo/ en un güisqui on the rocks.../ Sabina
Esta frase que titula esta nota la puede decir cualquier priísta de sepa, y eso seguramente le habrán dicho a doña Elba al momento de detenerla en Toluca. Además, a ésta ya los priístas le traían ganas desde que pactó y colaboró con los panistas (en el 2006 fue un factor importante para el triunfo de Calderón) y creó su partido, el PANAL, queriendo con esto influir en las decisiones políticas y buscando cotas -sin hablar de las cuotas- de poder. Y de hecho, influyó en la docena trágica que duró el PAN en el poder, siendo Elba una colaboradora perfecta, acallando a varios secretarios de educación, poniendo a familiares para que le vigilen el changarro en esa secretaria creada por don Vasconcelos. En fin, el PRI, con una larguísima experiencia para gobernar (lo dice un antipriísta) vuelve a demostrar por qué duró tantos años: en las elecciones pasadas, Elba y el candidato de su partido sirvieron para restarle votos a la izquierda (más de un millón tuvo Quadri), lo que ayudó para el triunfo de Peña Nieto - más que las campañas mediáticas de las televisoras, más que Monex y más que la "nostalgia autoritaria" de los mexicanos producida por una guerra que dejó más de 80,000 muertos el sexenio de muerte de Calderón, los votos a Quadri fueron votos para Peña Nieto- y una vez obtenido el poder, simplemente la desecharon, le dieron matarile, le dieron cuello, le pagaron sus sucios servicios como a la más perfecta y triste callejara, mujer de la vida que taconea bajo la luna del desamor, y le dijeron "buena suerte y adiós".
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Podríamos barajear, también, que esto es, obviamente, una repetición de la historia, sólo que esta vez no hubo armas sino cirugías plásticas, spa y otras frivolidades femeninas. EPN, a pesar de haber ganado por bastantes votos a AMLO, busca legitimarse con esto, pero, desde luego, busca contrarrestar un poder incómodo para su visión presidencialista del viejo régimen, él, cuya tesis de licenciatura fue un elogio al presidencialismo. El presidencialismo, palabras más palabra menos, significa que nadie, salvo el señor presidente, tiene el poder sexenal, o como diría don Daniel Cosío Villegas en El sistema politico mexicano (Joaquín Mortiz, 1973) "la mexicana es la única república del mundo que se da el lujo de ser gobernada por una monarquía sexenal absoluta".
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Volvemos a tiempos presidencialistas, y esto es lógico, el engranaje priísta, muy bien aceitado, busca desestructurar el proceso feudal iniciado en el año 2000 cuando los priístas quedaron huérfanos de los Pinos. Esto es una prueba fehaciente de la unificación del poder en un solo punto....

domingo, 24 de febrero de 2013

"EN UNA ISLA, SITUADA ENTRE EL CABO CATOCHE Y LA SIBERIA": COMENTARIOS ANTOJADIZOS A D. BULLEBULLE

"En un isla, situada entre el Cabo Catoche y la Siberia, pero de cuyo nombre no queremos acordarnos, existía una república de monos, cuya historia, insípida al principio, hízose con el tiempo muy curiosa, principalmente desde que los tales monos de nuestra alma se privilegiaron de un modo bien extraño". Así comienza D. Bullebulle. Periódico burlesco y de extravagancias redactado por una sociedad de bulliciosos y de genios meridanos en el terrible año de 1847.
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Los grabados de Gahona, mejor conocido por su nombre de guerra, Picheta, sobre la Guerra de Castas, significarían con el tiempo, para el que tuviera un mínimo barniz sobre 1847 y sus años subsecuentes, una síntesis iconográfica de la rebelión indígena del siglo XIX. Burlesco y extravagante, pero podríamos adjetivarlo también como erasmista haciendo el elogio de la desfachatez y la viveza del pensamiento en momentos mismos en que la "isla de los monos" peninsulares situado entre el Cabo Catoche y la Siberia, iba siendo amagada, sitiada y casi devastada por las huestes campesinas rebeldes.
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Erasmista pero, desde luego, contradictorio cuando casi todos los periódicos de la época rezumaban tristeza y aflicción por el empantanamiento y la crecida sostenida del “machete indígena” amagando a la patria de los monos todavía coloniales en sus estructuras mentales. Y el Bullebulle, estaba plagado de sardónica crítica a los chanchullos políticos de los monos desunidos en banderías de partido irreconciliables (barbachanistas y mendistas), y trataba a la guerra indígena con seriedad, pero no con tragedia que amilane el espíritu festivo y lúcido de los seudónimos escritores. En el prólogo de mi ejemplar facsimilar del Bullebulle que tengo a mi disposición (edición de septiembre de 2007 publicado por el Gobierno del Estado, el desparecido ICY y el ayuntamiento de Mérida del trienio 2004-2007), escrito por Roldán Peniche Barrera (un espíritu diametralmente opuesto a los redactores del Bullebulle), habla exacto sobre esa paradójica aparición de este hebdomadario que no tendría herederos en la prensa yucateca (ni La caricatura se le asemejará, pero habría que consultar con el historiador Felipe Escalante Tío sobre esta hipótesis que planteo), pues “faltarían apenas 105 días antes para el comienzo de la hecatombe de la Guerra de Castas cuando sale a la luz la primera entrega de D. Bullebulle, el más singular, festivo y crítico de los periódicos del siglo XIX, el 15 de abril de 1847”. Paradójico por el hecho de que, en medio de los estragos de la guerra –guerra que nunca tocó a Mérida ni a Campeche, ni al comienzo ni al final, y tal vez el Bullebulle pudiera darnos indicios de esa sociedad meridana que vivía la guerra por medio de la prensa y de los hombres que volvían del campo de batalla, de oídas y de leídas, pero nunca como lo vivieron la sociedad yucateca de los partidos como Peto, Tekax, Sotuta, Valladolid, etc.-, el periódico de los redactores seudónimos hacían guerra del humor, humor de la guerra, y con la burla del burlador profesional, mofábanse “de un conflicto que por poco y borra de la faz de la tierra a la Península de Yucatán”, a aquella Isla –que no Península- encontrada entre el Cabo Catoche y la Siberia.
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He señalado que los que rubricaban los poemas, los cuentos, los relatos, las epístolas que antecederían en más de un siglo a la narrativa monterroseana, los diálogos, fueron escritos por sardónicos seudónimos. Peniche Barrera menciona que no se sabe con exactitud el número de redactores, pero, citando a Antochiw, indica que existió un núcleo pequeño formado por José Antonio Cisneros, Pedro I. Pérez Ferrer, José María O’Horán, José Guadalupe Morales, Fabián Carrillo Suaste y el genial grabador Gabriel Vicente Gahona, Picheta (nacido el 5 de abril de 1828), nuestro Goya peninsular y, ¡por qué no!, ¡también nacional! (me refiero al Goya de los “Caprichos”).
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La Guerra de Castas bien la pudo sintetizar Picheta en dos grabados bastante conmovedores: en un primer grabado, se ve un soldado acurrucado y con miedo, otro corriendo despavorido de los indios que no aparecen en el cuadro, pero el contorno de las albarradas pueblerinas, los pequeños lomos de la Sierrita Puuc en lontananza, y los sucios despojos de la batalla, indican la gritería de sus acciones. El texto que engalana este grabado no da motivos de duda: “En qué época, sino en la nuestra, ha sucedido, que al mismo tiempo de hallarse amagado un país por el riesgo de su destrucción existiese en él ciudadanos tan malos, que por satisfacer sus propias miras y hacer diabluras, poco se les da de apresurar ellos mismos la ruina y hundimiento del edificio social, sacrificando así, no su ambición en las aras de la patria, sino la patria en las aras de su ambición? ¿Qué hay más que esperar?” Nini Moulín escribía esas palabras, y Picheta le seguía en el grabado.
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En un segundo grabado, una dama acabada, con los belfos apretando la lengua, las caídas tetas al aire de la desolación, camina en medio de los estragos de la guerra de castas, y apenas tiene fuerzas para rasgar un arpa infernal. Camina pisando muertos, y los muros de los edificios caídos la contemplan: es la dama discordia, la perra maldita que envolvió al Yucatán de las élites de mediados del siglo XIX. El poema, intitulado “Canción de la discordia, a imitación de la del pirata”, fue escrita por “Querubín”. Transcribo unos versos:
En el pueblo infeliz que está situado/ Entre el Cabo Catoche y la Siberia, / Donde todos los monos han tocado / El pálido esqueleto de miseria: / Una noche sin luna, triste, oscura, / Cual de pobre empleado negro ensueño, / Miraba una mujer con torvo ceño / Los monos que inmolaba a su locura. / Y con paso de triunfo y de victoria / Montones de cadáveres pisaba: / Cual tirano infernal, con loca gloria / De los muertos un trono se formaba… Colocada, cual reina, en aquel trono, / Después de preludiar un corto instante, / Entonó su canción al pueblo mono / Con acento infernal, pero triunfante. / Escuchadme monos míos, / Con horror: / Vuestros cadáveres fríos / Despojos son de mi gloria, / Que han de brillar en la historia, / Amenguando vuestro honor. /
Este semanario jocoso, es importante, además, porque hace del honor yucateco ante la acometida del "bárbaro" una simple cosa de bajo vientre. En un diálogo entre Picheta y Nini Moulín, estos, sentados en taburetillos frente a la ventana de la casa donde seguramente escribían sus no del todo disparatadas disertaciones, hablaron a sus anchas de la res pública. Nini Moulín le pregunta a Picheta: “¿Qué hay pues? ¿Qué noticias me das del interior?” Picheta le contesta:
“En los corrillos no se habla más que del alzamiento de los indios, y nadie hay de los nuestros que no arda en vivos deseos de que se les castigue ejemplarmente”.
Moulín, apremiado por el sabio consejo de la bragueta, responde:
“Ni es de esperar otra cosa, ¡pues no es mala gracia la de los tales salvajes querernos matar a todos los hombres, reservándose como parte del botín al bello sexo, como quien no dice nada!”
Picheta, no menos acuitado, replica:
“¡Malditos! De todo su plan, trazado sin duda por el mismo Satanás, ésa es la parte que más me espanta y la que más debe hacer que hierva la sangre aún en las venas de los menos abundantes."
El diálogo terminaba en las invocaciones a la unión de los bandos políticos, un Leitmotiv aparecido en distintos periódicos de finales de 1847. Dejo aquí estos pequeños comentarios sobre el periódico D. Bullebulle, porque ahora, siguiendo el consejo de don Genovevo Palasuya, otro bullicioso, diré que “Como yo obro siempre por antojo, y como por antojo he escrito estos antojos, quiero por antojo dejar la pluma”.

sábado, 23 de febrero de 2013

EL RUGIR DE OLARASCA

Un acontecimiento literario se dará el lunes 25 de febrero. Mi amigo, el poeta Raciel Manríquez presenta su "opera prima" poética El rugir de olarasca, en el Palacio de Minería del Distrio Federal (auditorio 5, a las cinco de la tarde de un día de febrero que termina en 5). Sin duda, este es un acontecimiento que hace honor a las casi desérticas letras de la ciudad de los curvatos. Y puedo decir, también, y jactarme al mismo tiempo de decirlo, que yo fui testigo de su creación, ya que en más de tres ocasiones leí, comenté, discutí y degusté el poemario en ciernes, y esto debido a que Raciel tuvo la gentileza y la confianza de pasarme el borrador de su escritura. Según Raciel, el poemario comienza con un epígrafe de un poema de este ex poeta que dejó la escritura por motivos que no vienen al caso recordar, algo que sin duda no merezco...Felicidades a los raros -rarísimos, diría yo- lectores de poesía por este nuevo libro de poemas; y felicidades al poeta Raciel Manríquez, porque sin duda, su métrica vendrá a enriquecer la producción literaria de Quintana Roo en general, y de Chetumal en particular. Y para terminar, ya podemos contradecir a Juan Domingo Argüelles: la literatura quintanarroense, empezando desde la incansable producción literaria del poeta Javier España (maestro mío y de Raciel), ya se puede decir de ella que no sólo ostenta un pasado, sino que mira hacia el futuro. El rugir de olarasca es un ejemplo prístino de ello.

viernes, 15 de febrero de 2013

CARTA ABIERTA CONTRA EL REGALO DE FLORES


Yo soy de esos amantes a la antigua/ Que suelen todavía mandar flores/ De aquellos que en el pecho aún abrigan/ Recuerdos de románticos amores” Roberto Carlos.
Voy a escribir unos pareceres contra la costumbre malsana de regalar flores. Pienso que eso de entregar flores o rosas a una mujer, es un símbolo machista impuesto por una sociedad patriarcal. Lo digo convencido, y eso que no soy feminista. Dije un símbolo machista porque, todos lo saben, se señala con dicho ramo de flores que Ella, la “flor del jardín”, la vana orquídea, la margarita evanescente, la azucena trágica o la violeta ardiente (hay tantos nombres botánicos de mujer, pero ninguno de hombre), la que recibe el regalo de rosas, la bien amada, la eglogada, la soñada y suspirada, debe ser DES-FLORADA, es decir, DES-VIRGADA, o en su defecto y para acabarla de una buena vez, chingada o pene-trada. Las flores -flores pendejas entregadas por pendejos y recibidas por doblemente pendejas- indican eso:

“Recibe este cumplido de rosas de este tu amante a la antigua, como trueque simbólico para que me entregues el capullito de carne”.
El otro día, ayer para ser preciso, salí del archivo y, como siempre, pasé por el centro de Mérida. Vi que todo el mundo quería desflorar hasta a sus madres, y las parejas se olían hasta el polen de sus absurdidades. Sentí un leve asco, y mejor apuré el paso. Considero que es un desequilibrio cerebral la obsesión de dar y regalar flores, y considero, por supuesto, que algo de etapas olvidadas, de rescoldos neolíticos, de falta de evolución del todo hay en eso de entregar y recibir ramos de flores.

Está de más escribir, aquí, que detrás de una en apariencia inocua flor, hay toda una industria de la explotación humana sembrando y cosechando flores antropófagas para que una ridícula florecilla humana huela un día el romanticismo barato de su galán telenovelero (ver aquí para el caso colombiano). No necesito escribir, también, que yo no soy de esos amantes a la antigua, no regalo flores, y mucho menos abrigo recuerdos de caníbales amores.

lunes, 11 de febrero de 2013

LA GRAN RENUNCIA

En la Divina Comedia existe un pasaje del Infierno (que sucede en las puertas del infierno, en el antiinfierno) donde el Dante habla de "La Gran Renuncia” que hizo un sumo pontífice de Roma al trono de San Pedro. Como no tengo a mano mi libro de la Divina Comedia de la editorial Océano –con prólogo de Jorge Luis Borges- utilicé el libro que pude cotejar en la biblioteca virtual de Google. Sobre la gran renuncia de estos “indiferentes”, de estos apáticos que no se deciden de una buena vez por todas y rehúyen a su destino, parece que el poeta se refiere al papa Celestino V. La nota al pie del libro que comento, dice que sobre la Gran Renuncia:
“…alude a Pedro Morone, el cual, por su gran virtud, de simple ermitaño fue elevado a la silla pontificia con el nombre de Celestino V; pero él renunció por volverse humildemente a su yermo. Bonifacio VIII, que le sucedió, era aborrecido de Dante”.
Este pasaje, no sé si célebre, me dejó impactado al momento de leerlo, hará más de una década, por eso de las “avispas y abejones” que hacían sufrir a esos pesos muertos que una vez caminaron sobre la tierra. Pregunta el Dante:
“Y yo en tremenda confusión las mientes/ Dije: “¿De quién, maestro, es ese grito/ y quién son esas tan perdidas gentes?”/
El fantasma de Virgilio, dice al florentino:
Y él me dijo: “así el número infinito/ pena de aquellas almas que vivieron/ sin virtud en la tierra y sin delito;/ que a los ángeles luego aquí se unieron/ que no fueron traidores ni leales/ a Dios, mas solo por sí propios fueron./
Al preguntarle el destino que seguirían esas almas grises, que “sin virtud en la tierra y sin delito” vivieron, Virgilio responde:
“Te lo diré –me dijo- sin trabajo. / Esos no esperan bienhechora muerte, / y es su existencia tan amarga y lasa/ que envidiosos están de cualquier suerte. / Su huella el mundo ni conserva escasa: / el perdón, la justicia los desdeña…" /
Y para demostrar que esas almas insulsas no valían ni un momento del preciado tiempo de los viandantes infernales, tajante, Virgilio hace apurar el paso al poeta:
“No hablemos de ellos, sino mira y pasa”.
Es entonces cuando el Dante señala los castigos de estos parias que no entran ni al averno:
Y yo que obedecí, vide una enseña/ que iba girando al tiempo que corría,/ pues en no darse paz tanto se empeña. / Y muchedumbre tal detrás venía, / que al verla junta, vacilando quedo/ si tal riza aun la muerte hacer podría./ Así que distinguir los rostros puedo,/ miro con más fijeza, y vi entre varios/ al que la gran renuncia hizo por medio./
El Dante describe con suma saña divina lo que les espera a los renunciadores:
“Esos, que no estuvieron nunca vivos/ Iban desnudo el cuerpo, y les herían/ Avispas y abejones vengativos. / Y sus rostros de sangre, se cubrían/ que, cayendo entre lágrimas, cuajada/ en sus pies, mil gusanos se comían./
Hoy Benedicto XVI, sumo pontífice de Roma, hizo la Gran Renuncia para pasar sus últimos años de vida enclaustrado, estudiando y escribiendo. Regresará a su yerma biblioteca, y tal vez recuerde este pasaje que el Florentino escribió.

jueves, 7 de febrero de 2013

TRAMA DE UNA POSIBLE NOVELA: ¿BATALLAS POR LA HISTORIA?

Un joven historiador mexicano –no pasa de treinta- anda tras los pasos del tema de investigación de su antecesor en el mismo, pero éste de nacionalidad yanqui. El mexicano es un comunista, o seudocomunista, que fuma de vez en vez delicados, a sugerencia del Belascoarán Shayne de Taibo II, lee novelas policiacas, poesía barroca; y escribe panfletos contra el amor desde lugares sórdidos -pienso en un parque público donde asolean su soledad vespertina los viejos y las parejas de adolescentes- porque, romántico idiota, no cree en esa fiebre de bajo vientre desde que una serpiente con ojos, boca, nalgas y cuerpo de hembra humana lo dejó en el limbo de la desolación total.
...
Un día el historiador se presenta al archivo, puede ser un archivo arquetípico de provincia o un archivo metropolitano, y conoce a “la señorita fulana de tal”. No pasan ni dos palabras cuando el historiador, que también la hace de poeta, pone una tregua a sus catilinarias contra el amor, y decide emborronar unos sonetos a su nueva pasión. Se declara enamorado de “la señorita fulana de tal”, la corteja, le inocula dardos de miel en el oído, y ella cede, cede; lo lleva a su casa –“la señorita fulana de tal” vive sola-, y en el trayecto del pasillo a la alcoba, rompen unos cuantos trastos y unos cuantos retratos de sus padres.
...
Días después, ella le contará su trayectoria amorosa antes de él, y él omitirá hablar de la serpiente antropomorfa, y cuando ella le señale que diez años antes trabó relación con su antecesor en el tema (eso de "relación" es un eufemismo para no decir que cogió a diestra y siniestra), es decir, con el gringo de mierda; al mexicano le saldrán a la epidermis las pasiones históricas que creía neutralizadas por eso de la dizque "cientificidad" de la historia, y recordará con viva fruición las lecturas de la guerra de 1847, las batallas de Cerro Gordo, Molino del Rey y hasta el mismísimo Álamo (aunque lo del Álamo es evidente que se trata de un impasable anacronismo, pero el historiador autóctono está que no aguanta ni a Obama, así que no le pidan que sea exacto en el manso discurrir histórico). Decidirá, haciendo honor, según él, a la memoria de Santa Anna (se declarará Santanista) y de los que perecieron en esa guerra de conquista, batirse en duelo con el gringo del carajo, con el yanqui de mierda.
...
Su oportunidad llegará ese mismo verano. En un congreso de "yucatecólogos", el destino o el azar los hará coincidir en la misma mesa donde ambos -el mexicano y el yanqui hijo de su chingada- sostendrán tesis contrapuestas sobre el mismo tema (digo aquí que a “la señorita fulana de tal” le aburren en demasía las disquisiciones de “ñoños”). En este primer round, el yanqui, que desconoce las "intenciones nacionalistas" de su contraparte mexicana, sale avante pero maltrecho, lo que lo llevará, después de terminado el congreso, a pedirle al mexicano su ponencia para "cotejar datos", "mejorar las premisas", "apuntar sus valiosos pareceres", y otras chingaderitas que se destilan entre el gremio sesudo (¡o ñoño!, “la señorita fulana de tal” dixit). Esto da pie a que el segundo round se presente. El mexicano le da una dirección de un cafetucho del centro de la ciudad -puede ser una ciudad provinciana o metropolitana, ya que la geografía no altera el producto de esta trama- que, más que cafetucho, resulta ser un lugar digno de la nota roja. El gringo, una bestia que sólo está para la historia, va como cordero directo al matadero.
...
Lo demás es previsible en un país narcotizado como éste: en un momento en que el mexicano, sentado frente al gringo en una mesa del cafetucho arrabalero, con su ponencia pringada con café y manchas de sus delicados, habla con su voz nacionalista sobre sus “disensos interpretativos” (frase ñoña, otra vez “la señorita de tal” dixit), surgen dos figuras descomunales y se plantan a dos pasos de la puerta. Las ráfagas de los cuernos de chivo empezarán a llorar sus fuegos calcinantes justo a la mitad del discurso del mexicano:
"Está bien que nos hayan arrebatado medio país, que nos colonicen, eso no se discute, lo que se discute es...."
Y en ese momento, el mexicano vio un proyectil pasar a 20 centímetros de su cigarro, y vio también cómo ese mismo proyectil perforaba el cráneo del gringo, y vio cómo el cerebro de este huía de su estuche de hueso y rebotaba en el piso de madera.

viernes, 1 de febrero de 2013

Speculum specularis

Dice el Presidentegate Peña Nieto que no especulen sobre lo ocurrido ayer en la Torre de Pemex (ver nota), y Osorio Chong señala que hay que dejárselo a los expertos nacionales e internacionales el indagar sobre lo ocurrido (acá la nota). Bueno, pues ni siendo un "experto nacional", y siempre contraviniendo los dictados autoritarios (si me dicen que no especule, especulo; si me dicen que guarde silencio, grito con caníbal vocerío), ahora quiero hacerla de experto en el galano arte de especular.
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Y especulo, especulo, porque esto va a llevar a la reforma tan ansiada de Pemex...¿24 o 50 muertos?, ¡qué más da para un Estado mexicano dispuesto a hacerla de Huichilobos dispépsico y tragarse unos cuantos corazones humeantes! El Estado Huichilobos, speculum specularis, llama a sus grupos de la muerte: "Conecten esa bomba, háganla estallar, pero que la cifra llegue a tantos, no a más de seis docenas, ¡coño!". Luego, se inicia sesiones en San Lázaro al día siguiente: a través de los medios podridos de incomunicación, se fragua todo un ambiente de "pérdida y abandono", de "tristeza profunda":
"Pemex no está bien -dirán los voceros políticos de las empresas internacionales chinas, gringas, brazileñas, españolas, sobre todo españolas-, Pemex sufre gangrena, peligro de ser asediada nuevamente por el terrorismo nacional e internacional. Hay que reformarla, darle paso a la iniciativa privada internacional para que, con su capital, invierta además de en infraestructura, en seguridad para la paraestatal".
Y con esta coartada infame, se cegará todo intento de defensa petrolera. AMLO y un segmento de la izquierda no podrán hacer nada, porque todo el escenario estará puesto para que así sea, para que nadie objete que se reforme Pemex. Se los dejarán ir, y ni siquiera se quejarán. Esto es un asco, y ya no quiero especular más....

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