jueves, 24 de enero de 2013

GEORGE

La frase más nociva para la lectura la escribió Cervantes en su Quijote:
"En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio".
El vulgo iletrado, sin haber leído al Quijote, se ha valido de esa frase para ir contra la lectura. Recordemos que el Quijote, más que un libro, es un símbolo, una estructura mental y una presencia ubicua incluso entre los no-lectores. Los clásicos son así: su riqueza y vitalidad posibilitan que se encuentren incluso entre las sociedades iletradas. El vulgo iletrado –es decir, el vulgo que tiene un barniz de “letras” funcionales- piensa que, de mucho leer, a uno se le "seca el cerebro", lo que no es así.
***
Yo conozco una anécdota de éstas que se remite directamente a las pésimas clases de "español lecturas" que los iletrados profesores enseñaban en la primaria, y es la siguiente.
***
Había una vez un loquito que caminaba por las calles de mi pueblo, y era un loquito manso, gordito, un moreno con el pelo "mulix" blanquecino que vivía en una casona antigua de "La placita San Antonio". Al hombre le gustaba caminar bajo la lluvia y sentarse en cada banco a filosofar, o a hablar consigo mismo, o con Dios. La gente –es decir, el vulgo iletrado- decía que “George”, antes de quedar “zafado”, era un catedrático cargado de letras de una universidad que nunca me dijeron su nombre, y que George era dueño de una inmensa biblioteca pueblerina llena de libros difíciles, abstrusos y recónditos. George tenía mujer, hijos y era un sabio que, como el personaje de Cervantes, “se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio".
***
George perdió no solamente el juicio, se fue la esposa, los hijos volaron, y su biblioteca, como la del Caballero de la Triste Figura, desapareció como por arte de encantamiento. Desde entonces, George comenzó a caminar por las calles del pueblo, pensativo y callado. Pasó el tiempo, y George encaneció y empezó a caminar bajo la lluvia. Yo lo vi varias veces yendo en silencio, murmurando frases y discursos que no tenían nada de disparatados. Una vez un señor me dijo que George llegó tanto en su conocimiento, que toda la carga que tenía entre sus sienes “le hizo secar el cerebro”. Cuando oí esa frase, supe inmediatamente que todo el pueblo le rendía homenaje a Cervantes sin leerlo.
***
Pero llegó el día en que nadie supo más de George, porque George se esfumó, al igual que sus libros, como por arte de encantamiento.

No hay comentarios:

Archivo del blog