viernes, 25 de junio de 2010

Sobre una estatua de Montejo: la sociedad parasitaria



Para empezar, me da igual que pongan una estatua de Montejo o de Nachi Cocom, en Mérida...Remedando a don Edmundo O´Gorman, diré que no tengo el trauma de la historia, ni estoy peleado con los bandos de los barbudos y lampiños de hace más de 500 años trabados en incivil matanza, ni propongo el regreso al dizque "edén" anterior a los invasores. Barbarie hubo tanto aquí como acuyá. Bárbaros fueron los aguerridos mayas comiendo corazones palpitantes arrebatados a los abiertos pechos de los crédulos cristianos, así como bárbaros fueron los pre-nazis Pacheco en su incursión, a saco y arcabuces, por los señoríos de Uaymil-Chetumal, barbarie que forzó a escribir, al obispo fray Bartolomé de las Casas, la idea de que los invasores se veían como "lobos y tigres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos". No mentía el obispo. Pero, siendo fiel a Clío, la barbarie no fue tanta de los conquistadores o invasores de estas tierras del Mayab. No. Corrió sangre, naturalmente que corrió sangre, en toda guerra hay vísceras al aire, atropellos y asesinatos, quemas, genocidios y etnocidios. Basta solo citar a Landa, para que se me ponga la piel de gallina. Pero digamos: la barbarie, esa sí que insufrible barbarie, no fueron los Montejo y sus 20 años de trabajos de "pacificación" de estas tierras, no, sino el sistema colonial implantado por los herederos de los primeros conquistadores: un sistema parasitario en toda la extensión de la palabra parásito. Parásitos fueron las élites que gobernaron Yucatán a base del trabajo compulsivo de los mayas, para crear la "muy noble y muy leal ciudad de Mérida", para construir las casonas señoriales y los conventos de los "piadosos" frailucos. Y seguramente que parásitos fueron los abuelos de Juan Francisco Peón y Ancona, cronista hispanófilo al cual se le ocurrió la idea de la erección de la estatua de Montejo. Pero Montejo, hombre de su tiempo, no tuvo la culpa de que a base de repartimiento y servicios personales, las familias parásitas que lo seguirían años después en la colonización de Yucatán, como las familias Peón, o Ancona, hallasen crecido, vivido y hecho la acumulación primitiva de su capital, a base de bárbara explotación, servicios personales y repartimientos de indios. La riqueza de la sociedad colonial, de 1541 a 1921 (el periodo colonial, en Yucatán, duró hasta bien entrado el siglo XX), fue a base de la mano esclava de la sociedad indígena. Si uno revisa la bibliografía del periodo colonial, se comprobará que, a "los pies de la república", es decir, a los indios de Yucatán, les fue peor que en la conquista. Al menos en la conquista se guerreaba, y la conquista de Yucatán duró 20 años, y estudiosos de ese periodo hablan de la inconclusa conquista. La lengua maya es prueba de ello.
Un ejemplo de esta sociedad parasitaria del Yucatán colonial, se transparenta en una carta al Rey de 1636, escrita por el Cabildo Eclesiástico de Mérida. Dice así la carta de marras:

"Aquí, señor, no tiene su majestad otra hacienda ni otro tesoro sino los indios, y estos son los que se han de procurar con suavidad y buen tratamiento, porque si nos dejan y se van a los montes, ellos perderán lo eterno y su majestad lo temporal que aquí tiene. Y faltando los indios hasta el agua faltará, pues si ellos no lo sacan de los pozos no la bebemos".


Es decir, si los indios no trabajaban la tierra de los señores parásitos, si los indios no criaban los animales de los señores parásitos, buscaban cera a los señores parásitos, hacían patíes a los señores parásitos, cosechaban la milpa y sacaban agua de los pozos de los señores parásitos, obviamente que los señores parásitos se hubiesen muerto de hambre al instante, jodídamente parásitos. Si me preguntan si estoy de acuerdo en la idea de poner una estatua de Montejo en el paseo ese de Mérida , diré solamente: ¿y por qué no? ¡Total!, esa estatua cargará, además de caca de paloma, el oprobio y la vergüenza de haber mal parido a una sociedad parasitaria, por no decir inútil, jodidamente parasitaria.

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