lunes, 17 de agosto de 2009

El desalojo de San Antonio Ebulá y la segunda Conquista




La en aparente segunda Conquista, es la misma Conquista efectuada por los herederos de los genocidas hispanos de los siglos XV y XVI. Cuenta el Chilam de la primera: “¡Ay, pesada es la servidumbre que llega dentro del cristianismo! ¡Ya está viniendo! ¡Serán esclavas las palabras, esclavos los árboles, esclavas las piedras, esclavos los hombres, cuando venga! Llegará y lo veréis […] Ceñudo es el aspecto de la cara de su dios[1]. Todo lo que enseña, todo lo que habla, es: ‘¡Vais a morir!’”[2]. Y sin embargo, los 56 pueblos indios de México no han muerto, resisten y dan el ejemplo de que no todo es Occidente, de que no todo es “la suciedad de la ganancia” y las democracias simuladas de Occidente.
¿Cuál fue la razón que invocaron los conquistadores e ideólogos de la primera conquista? Según ellos, en un principio fue la verdadera fe en Cristo, la “verdadera civilización”, el “recto camino” hacia el reino de los cielos (empedrado, no se olvide, por crímenes y esclavizaciones de las múltiples alteridades). Hoy las nuevas ideologías de la dominación son la fe mercantilista, la “democracia” occidental, el (neo) liberalismo entronizando a su individuo descontextualizado, el mercado como panacea de todos los males sociales. Las infamias de los imperios no cambian, cambian sus ídolos y sus hombres solamente: destruyen y matan invocando a Cristo o a las “sociedades abiertas” de las trasnacionales para el saqueo, “DESALOJO” o extinción de los pueblos, como es el caso del pueblo maya de Ebulá, Campeche. Lo que no cambia, inmóvil en la escena del crimen, es el desprecio de los grupos hegemónicos hacia el otro persistiendo en su ser otrocida, la inhumana cosificación de las diversidades de los pueblos.
Leticia Reina ha indicado que el actual neoliberalismo (ese sistema económico destructor de pueblos con el cual comulga a la perfección el empresario Eduardo Escalante Escalante, en contubernio con el gobierno estatal [de Campeche] y federal, y quien fuera suegro del muerto Juan Camilo Mouriño), instrumentado por el gobierno desde 1982 (con efectos entre la población como son la violencia, el desempleo, la polarización social, los regionalismos y el ascenso del movimiento indígena), tiene como antecedente el proyecto liberal modernizador del siglo XIX, en el que se pueden encontrar innumerables parangones. Tanto el liberalismo de ayer, como el neoliberalismo de hoy, son posibles de calificar como modelos (extranjerizantes) de desarrollo que las élites imponen al grueso de la sociedad, al mismo tiempo que excluyen de sus beneficios a la mayoría de la población, en particular indígenas y campesinos[3].
Esta imagen propuesta por Reina es lo que está sucediendo, en estos precisos momentos, en el pueblo maya de San Antonio Ebulá. Con más de 40 años de existencia y fincado en las inmediaciones de la ciudad de Campeche, los pobladores de Ebulá, mediante una orden judicial legaloide expedida al pronto por el derecho burgués de los detentadores del poder, han sido barridos de sus endebles asentamientos, de una forma por lo demás cobarde e indigna: Bulldozers y por lo menos 200 personas, entre policías estatales, granaderos, judiciales y alrededor de 100 “civiles” (léase paramilitares), todos armados y bien pagados por el empresario de la construcción Eduardo Escalante Escalante, emparentado con el grupo empresarial más fuerte de la Península, el de la familia española Mouriño Terrazos, se encargaron de “limpiar” de “indeseables” una zona de 8 a 10 hectáreas que ocupa el pueblo de Ebulá, en el que se apilan poco más de 50 casas de madera, cartón y palos.
De lo sucedido el jueves 13, se puede tener una idea aportada por los informes de los testigos (y víctimas) presenciales:
María Pech, sollozando, comentó que “Tuvimos que meternos al monte y correr para evitar que nos agredieran, pero nos despojaron de todo lo que teníamos” (es decir, lo poco con que contaban).
“Hay dos o tres ancianos que no pudieron salir y que sólo pusieron una lámina sobre dos troncos y eso es su refugio, no los dejan salir y a nosotros no nos dejan entrar para ayudarlos, se pueden morir”, señalaron otros pobladores.
La Comisión Estatal de Derechos humanos de Campeche demostró, desde el primer instante de la atrocidad legalizada, que le importa un carajo los derechos humanos de ancianos, niños y mujeres indígenas de Ebulá. Hasta el día de hoy, ninguna recomendación se ha girado al gobierno de los priístas campechanos y a sus órganos bastardos de justicia[4] (mientras que, desde arriba, en las altas cumbres de la impunidad legalizada, los ministros de la Suprema Corte de INJUSTICIA de la Nación han demostrado, vez enésima[5], sus increíbles dictámenes jurisprudenciales, pues con el excarcelamiento a los asesinos de Acteal, se da pasto, pábulo o carta blanca para nuevas matanzas genocidas, para nuevas limpiezas étnicas de 13.7 millones de indígenas mexicanos).

Ese día 13, mal cifra para los días, Arnulfo Ramírez y su hijo Marco Ramírez, integrantes del Frente en Defensa de la Tierra del Pueblo de Ebulá, fueron “levantados” por varias horas (no se puede escribir detenidos porque no hubo ninguna orden judicial de aprehensión) para ser intimidados mediante la tortura física y psicológica, por elementos de Seguridad Pública estatal campechana. Varios más fueron golpeados, escupidos, insultados sin que nadie hiciera nada para impedirlo, sin que los políticos de arriba abrieran su bocota como cuando en campaña.
Notas de prensa de internet sobre San Antonio Ebulá, informan que sus pobladores se han pasado más de 20 años, entre pleitos judiciales y civiles, defendiendo sus tierras de capitalistas de distintas partes pero de la misma mala leche de ralea (van defeños, campechanos, meridanos a querer asentar sus changarros a costa de sus tierras); y según los intereses del momento, han ganado y perdido, perdido y ganado su unánime derecho a existir como pueblo. En todo ese largo trecho de tiempo, los de San Antonio Ebulá, de facto han sido reconocidos por el gobierno, al instalarse una escuela pública y un centro de salud en el lugar, aunque nunca electrificaron ni pusieron agua potable. El reconocimiento de la existencia del pueblo, se hace tan explícito que hasta sus pobladores cuentan con credenciales del IFE en las que se asienta que pertenecen a San Antonio Ebulá.
Ahora, mediante la violencia (la legaloide y la de los grupos judiciales y paramilitares de choque) y la compra de vendibles conciencias, Eduardo Escalante Escalante, ex suegro del fallido neo conquistador Mouriño, por la soberbia que le da el dinero y su posicionamiento en las tomas de decisiones de los grupos en el poder del México entreguista, se apresta a terminar lo empezado en 2007. En ese año, Escalante, con acceso directo a Los Pinos, se apareció por el poblado armado con tractores y acompañado de los esbirros de la policía estatal, reclamando para sí los terrenos; y desalojó a los pobladores de Ebulá y destruyó todas las casas del pueblo, incluidas la escuela pública, el centro de salud y una iglesia. “En aquella ocasión los pobladores de Ebulá huyeron y atemorizados aceptaron reubicarse en unos terrenos que les impuso el empresario Escalante”, pero cuando se dieron cuenta que se encontraban en un cerro y en una aguada (laguna temporal), regresaron indignados para volver a construir sus casas humildes de madera y cartón.
Todavía el pasado mayo, otro nuevo intento de desalojo y destrucción de casas del poblado, fue cortado porque esa vez los del pueblo opusieron resistencia. Escalante, al ver que los pobladores todos (ancianos, mujeres, niños y hombres) les hacían frente mediante la única arma de sus delgados cuerpos parapetados como muro humano, regresó con varias camionetas de la policía estatal preventiva. Comandados por el “encomendero” Escalante, los uniformados iban armados hasta los dientes con pistolas de asalto, granadas, chalecos antibalas, polainas y cascos, “como si fueran a la guerra –dicen los pobladores de Ebulá-, sin embargo nosotros no poseemos ni un arma más que la verdad y la justicia”. Justicia, que en nada se relaciona con la “justicia” de los tribunales del Supremo Gobierno. Verdad, que es imposible de hallar en los análisis de los Krauze, en las mentiras criminales sobre Acteal de los Aguilar Camín y otros perros de igual jaez. Los policías arrestaron, en aquella ocasión, a seis ancianos y a un joven, tratándolos como delincuentes y acusándolos de “secuestro” por el grave delito de defender sus tierras, por evitar que sus endebles casas fueran nuevamente arrasadas. Entonces, cuentan los compañeros de Ebulá, el pueblo entero, como un solo cuerpo, dejó atrás sus fundados temores de hacerle frente a los potentados (a Escalante, a los gobiernos federal y estatal), y lleno de digna rabia, se apostó frente al palacio de gobierno estatal, pidiendo la liberación inmediata de sus 7 presos políticos. Los detenidos fueron liberados, no sin antes pagar una fianza de $150,000 pesos. El juicio sigue en pie, y esperemos que el libreto represivo penal de Atenco, escrito y patentizado por Peña Nieto, no se escenifique nuevamente, que no exista ninguna –larga, corta o mediana- condena carcelaria a los 6 ch’ija’ans (ancianos) y al joven, por el sólo hecho de defender su poca tierra. Los hermanos del pueblo de Candelaria, que luchan al igual que ellos por su existencia como pueblos, se unieron y se solidarizaron mientras los diez días que duró la presión para la liberación de los detenidos.
Posteriormente, los de Ebulá razonaron que la mejor defensa de sus tierras, para la viabilidad de su existencia como pueblos, era la organización en colectivo y el abrazar otras causas de defensas colectivas (nacionales e internacionales). Y así, contradiciendo el dicho de que la violencia (la estatal, la legal, la del Gran Capital) engendra únicamente violencia, los del pueblo de Ebulá engendraron mayor solidaridad al conformar el FRENTE EN DEFENSA DE LA TIERRA DEL PUEBLO DE EBULÁ; y acto seguido montaron, a la entrada de su pueblo, un campamento permanente para la vigilancia y defensa, con el fin de evitar nuevos actos represivos, nuevas rapiñas de los poderosos. En el comunicado del Frente del día 9 de agosto de 2009, cuatro días antes de que la violencia privada y estatal los desalojara con inenarrable violencia, los pobladores de Ebulá nos compartían sus sencillas reflexiones desde la trinchera de la resistencia: “Hemos reflexionado mucho en estos días en que hemos estado aquí, vigilando bajo el sol y la lluvia, viviendo atemorizados pero con dignidad y rebeldía defendiendo nuestras tierras. Creemos que no es justo que en este siglo y faltando al artículo 27 constitucional en donde se prohíben los latifundios, personas como el Ing. Escalante acaparen tierras para seguir sus intereses”. Tierras, aguas, suelos, minerales, petróleo, la clase hegemónica acapara todo, privatiza todo; y sólo nos queda, para los pueblos del mundo, la resistencia. ¡Muerte o resistencia!, esa es la funesta dualidad.
En ese jueves 13 de la infamia contra el pueblo de San Antonio y contra todos los pueblos indios del México profundo, el FRENTE EN DEFENSA DE LA TIERRA DEL PUEBLO DE EBULÁ, adherente a la Otra Campaña, mediante un comunicado dirigido a indígenas, a campesinos, obreros, estudiantes, profesionistas “y a todas las personas solidarias y conscientes de que este sistema (el capitalista, acunado por el sistema político mexicano y sus intelectuales orgánicos como Aguilar Camín y el liberal Krauze) no nos representa ni da para más”, pedía el apoyo contra el ataque de Escalante, el protegido del gobierno estatal y federal, pues:
“¡Si el sistema capitalista y su gobierno burgués los protege, entonces estaba en nuestras manos defendernos”!, refiriéndose a las barricadas que dispusieron desde mayo pasado a la fecha del Desalojo[6] del 13, para contener a Escalante y a sus sicarios con licencia para matar ancianos, mujeres e infantes indígenas indefensos. Ante el pueblo de Campeche y del país, los de Ebulá denunciaron la brutal represión: “Ellos nos buscaron, hostigaron, destruyeron las casas de pobladores pacíficos de la 3ra edad, su sistema nos cerró las posibilidades de diálogo y de soluciones dentro de sus reglas jurídicas, por lo cual decidimos pasar a la defensa”. Es el Sistema y su sistema jurídico, económico, social, político, educativo, cultural racista; contra el Sistema no hay reformas constitucionales ni simulacros de “derechos indígenas” ni Convenios 169 o Declaraciones de la ONU al respecto; las teorizaciones bonfilianas o diazpolanquistas nada pueden contra el Sistema. Es el Señor Encomendero Sistema, el monstruo con su etnofagia aperreando pueblos a través de sus nuevas cuentas de vidrio (sus Wal-Mart, y Mackdonalds), devorando tierras, devastando colectivos humanos. La canibalización capitalista, la basura de su estructura, los malinches de sus políticos…el Sistema. Contra los nuevos encomenderos apellidados Escalante, Hernández, Mouriños; contra los nuevos virreyes turísticos del Gran Capital, la única defensa cierta es la vía abierta por el EZLN: la airada resistencia. Y los de San Antonio Ebulá, mayas como los rebeldes mayas de Chiapas, nos dan la pauta para ello en su Comunicado Uno posterior a la infamia del jueves 13 de agosto:

“A todos los que saben que ya no hay salidas viables, a los que ya no se dejan engañar por políticos oportunistas que todos dicen ser el cambio y que ese cambio para nosotros nunca llega; les invitamos a manifestarse en contra de este ataque, a que tomen las tierras, a que tomen las fábricas o se declaren en huelga en nuestro apoyo; a que se nos unan en resistencia…Ya basta de permanecer separados, ha llegado el momento de defendernos unidos como pueblo. Olvida tu comodidad, tu egoísmo, olvida las esperanzas de que alguno de estos corruptos políticos te beneficie o a tu familia, como si no hubiera miles más de familias sufriendo. Olvida que el patrón algún día te va a respetar, o te va pagar lo justo, porque el sistema no funciona así, la libertad tendremos que conquistarla”.


No escribo más porque la rabia me impide seguir tecleando.



[1] Su dios, el oro según Hatuey, cacique de Cuba, que hizo frente a las huestes asesinas de Diego de Velázquez.
[2] Libro de Chilam Balam de Chumayel, traducción de Antonio Mediz Bolio, introducción y notas de Mercedes de la Garza, México, SEP, 1985, p. 161.
[3] Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México, 1819-1906, Siglo XXI.
[4] De esa señora, la JUSTICIA, dice la canción que los jacales no visita, y dice también que en el campo vuelve oírse al campesino gritando: ¡la tierra debe ser de quien la está trabajando! Seguro que los pobladores de Ebulá estarán de acuerdo en ello.
[5] Recuérdese Atenco, Lidia Cacho, el excarcelamiento del narco asesino Raúl Salinas de Gortari.
[6] Desalojo= apartheid, limpieza étnica, reducción y expulsión de indios, exilio en su mismo país.

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