lunes, 29 de junio de 2009

¿Significa Honduras el regreso de los Gorilas bananeros?


El embajador hondureño ante la OEA, Carlos Sosa, nos aclaró los flacos argumentos que la oligarquía de su país ha barajeado para posicionar al usurpador Roberto Michelitti en el poder, y así, por medio del terno de este “civil” de la derecha, que no la charretera de un militar del hampa (pero de sobra teledirigido el terno por la oligarquía mafiosa, fascistoide, de Honduras), justificar la abyecta asonada, el furibundo golpe de estado con que los canes de los potentados hondureños, los deleznables milicos, a punta de cañonazos, secuestros –al menos ocho ministros, incluida Patricia Rodas, ministra de Relaciones de Zelaya, y Zelaya mismo, sacado con fusiles en pecho y cabeza de su casa particular por un regimiento completo de 200 traidores a la patria hondureña-, y el consabido montaje de la supuesta dimisión del Ejecutivo, se han encargado de abismar, desde el momento mismo en que sucedieran los hechos al filo de las cinco de la mañana del domingo 28 de junio pasado, al caos de la vieja estirpe gorilesca latinoamericana, el orden constitucional hondureño, más el cuarto de siglo de la democracia en ese país centroamericano. El golpe se produce entre “engañados y malvados, sin perjuicio de que hay algunos que combinan las dos cosas”, acotaba Sosa.
Es decir, los primeros se comen el chorizo falaz de que Zelaya, en la víspera de ese negro domingo, día en que convocaría al pueblo hondureño a acudir, en un acto no vinculatorio –y subrayo el no vinculatorio-, a las urnas a externar su opinión sobre una posible reforma constitucional que permitiría a Zelaya –en el poder desde enero de 2006- un segundo mandato para profundizar, en sus planes sociales, el combate a la pobreza estructural, los trabajos con el ALBA, la organización sindical y campesina, buscaba, con ese plebiscito, únicamente perpetuarse en el poder.
Los segundos, es decir la élite escupidora del soberano hondureño que llevó al poder a Zelaya, y cuya punta del iceberg son el “liberal” derechista Micheliti, la Corte de ese país, buena parte de su Congreso domesticado y en contubernio criminal con la clase oligarca hondureña, quienes montaron el sainete de la dimisión de Zelaya con el fin de que, según Sosa, “prevalezcan los mismos intereses de los poderosos de siempre” y evitar, con el golpe, “que el pueblo se exprese o que exista una democracia real”.
De Zelaya, miembro nominal del derechista Partido Liberal –al cual pertenece Micheletti-, con un enfoque marxista, podríamos decir que se trata de un completo “desclasado”, pues al llegar al poder sorprendió a propios y a extraños al posicionar sus acciones de gobierno netamente a babor izquierdista, teniendo “pecaminosos” acercamientos con Chávez, Evo, Correa, además de trabajar para sanear el pudridero administrativo en la nación hondureña.
Y uno se pregunta, ¿cuál fue el “delito social” que tuvo la impertinencia de llevar a cabo Zelaya, para azuzar a los perros de la derecha a sacar del cuarto criógeno de los setenta y ochenta a sus gorilas hambrientos de mascarse repúblicas bananeras? James Petras, intelectual estadounidense antiestadounidense, señaló para la emisora de Los Ángeles, Radio Pacífica KPFK 90.7 FM, que Zelaya hizo dos cosas que exacerbaron a la derecha: “permitió la organización sindical y campesina sin reprimirlos para que puedan reivindicar sus necesidades, y aprovechando la coyuntura favorable, se unió al Alba para recibir ayuda económica y concesiones petroleras. Por esa razón, Washington lanzó el golpe junto a los militares”.
El fantasma de las intervenciones yanquis en América Latina (escorada a la izquierda desde que Chávez llegara a Miraflores), no obstante Obama, corre por nuestras “sufridas Américas”, se empantana en los artículos de opinión, pone en focos rojos al Chavismo, causa, en fin, resquemor y aprensión en nuestra región centroamericana desde ayer domingo. Centroamérica sabe de sobra que es eso, lo que es batallar con Contras y Rangers, con CIAS y compañías traidoras, además de oligarquías enfermas de poder. Por eso Petras no se anda con medias tintas, y acusó a Obama de enseñar al mundo, por vez segunda, su nueva política exterior: primero en el caso Irán, y ahora en Honduras: “Detrás de los militares está el gobierno de Obama a partir de la CIA y oficiales del Pentágono, que son los principales asesores de quienes lanzaron el golpe…”.
Lo cierto es que, mientras que desde el aeropuerto de San José, Zelaya, en pijama y sin calcetines, llamaba a los militares a respetar la vida de sus familiares, y negaba su renuncia al cargo, la Comunidad Internacional, la ONU, Human Rights Watch -quien instó desde el domingo a la OEA a actuar rápidamente para restablecer el orden democrático en Honduras-, los organismos regionales y continentales de Derechos Humanos, la OEA –su secretario general, el chileno José Manuel Insulza, condenó “severamente” el golpe, y concibió la situación como “extremadamente grave”-, la secretaria de estado yanqui y el presidente Obama –tímida la primera en sus declaraciones, según Chávez, y que, para Carlos Sosa, las declaraciones del presidente yanqui significaban el debut de Estados Unidos como país no injerencista-, una parca nota diplomática de la cancillería del gobierno de Fecal dada ocho horas después de saberse la atrocidad de los gorilas teledirigidos por la oligarquía, la mayoría de los países centroamericanos y caribeños, las reflexiones del compañero Fidel (“Con ese alto mando golpista no se puede negociar”, señaló Castro, quien exigía sus renuncias y que otros oficiales más jóvenes y no comprometidos con la oligarquía ocupen el mando militar), la guapa presidenta argentina (Fernández de Kirchner señaló que el secuestro del presidente constitucional efectuado por las fuerzas armadas, es “un hecho que nos remonta a la peor barbarie de la historia de América Latina”), y los nueve miembros del ALBA encabezados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, condenaron el golpe de estado contra Zelaya.
Chávez tal vez ha sido el que se ha llevado los vítores de los defensores del orden constitucional en Honduras. En una genialidad verbal trabada al calor de los acontecimientos que lo transportaron en el tiempo de cuando él mismo sorteara el golpe de estado de la oligarquía venezolana en su contra, que lo derrocó por 48 horas, diagnosticó la situación hondureña de la siguiente manera: “Es una batalla continental entre las fuerzas retrógradas y las fuerzas del alba, y no me refiero exactamente a la Alianza Bolivariana, sino a los países que representan el amanecer”. Y ese amanecer, para Honduras, esa arbolada hondureña hacia el camino de la justicia social, que hizo que trocara la visión ex derechista de Zelaya, para afianzarlo al lado de los intereses de la inmensa mayoría de los Sin Nada de sus conciudadanos, espantó a las reducidas, pero efectivas, fuerzas retrógradas hondureñas.
Por de pronto, en un clima tenso de toque de queda para los próximos dos días ordenadas por el gobierno bastardo de Micheletti, haciendo eco al llamado de Zelaya a la desobediencia civil pacífica, las manifestaciones callejeras del pueblo digno de Honduras reclaman la restitución inmediata de “Mel”, y mujeres valientes se enfrentan desarmadas a los regimientos armados de traidores, y sectores sociales y sindicales reforzados bajo el gobierno de Zelaya, han convocado a paralizar a todo el país, en una huelga general en rechazo palmario del usurpador en funciones, exigiendo el regreso de su presidente legítimo. Por de pronto, Chávez, velando armas desde Miraflores, ha indicado que el golpe a Zelaya “lo vamos a quebrar desde dentro y desde afuera, el mundo lo va a ver, independiente de las fuerzas militares que tengan”, subrayando, además, de que si el embajador venezolano en Honduras es atacado, su Ejército intervendrá….Esperemos que no. Por de pronto, las últimas notas de prensa en internet (dar click aquí), señalan que hoy lunes, segundo día del interregno golpista, tropas del Ejército de los gorilas apostados en la Casa presidencial bajo su resguardo, y zelayistas, se han enfrentado y protagonizado una serie de disturbios. Por de pronto, la frase de Zelaya sobre el tiempo de vida de los gorilas golpistas, nos fuerza a no quitar los ojos del reloj: “Si Estados Unidos no está detrás de este golpe, estos golpistas no podrán mantenerse ni 48 horas en el poder”. A las cinco de la mañana del martes 30 de junio se cumple ese plazo. A esa hora tendremos una respuesta cabal al título de esta nota desbalagada.

No hay comentarios:

Archivo del blog