viernes, 6 de febrero de 2009

La veo volando

Fumar en paz contra el mundo
pero sabiendo
de antemano, con antelación,
que no existe esa quimera,
que no puede concebirse,
que es injusto y alevoso
todo intento de paz
que se consume leyendo los periódicos
No permitas, polvo del desaire,
que a oscuras el hombre se muera
en los calabozos de las ideologías
o en las salas de tortura de la CIA nuevamente.
Se la saeta, hambre de la indignación,
indignación del hambre,
no permitas que la insatisfacción
deje de tensarse combativa.
No hay paz, no debe haber paz.
Nuestros muertos están de pie
en acto combativo,
tened alistadas las armas
las imágenes y las palabras,
hacer que se enfurezca de hastío
la pinche luna de los enajenantes amoríos.

Ya es hora de rasgar el silencio unívoco,
el pensamiento único,
de tronchar fraseologías,
dejar con sus sueños de amor eterno
a las anémicas hermosas

Enfurecido
para ti los versos de la metralla del combatiente caído
y los versos de Minerva complaciente.
Avergonzado hombre,
anónimo de tanto no cumplirse
convocando fantasmas
sujetos de cambio histórico
y patrañas lóbulo-frontales
¿Dónde encontrarás el polen de la vida
sino en la violencia de la vida misma?

Hay que arar los campos,
cosechar la ternura que nos queda.
Nunca más la ridícula
apostasía bajo los cómplices
muros de la infertilidad consumista.
No más la obsesa,
la coyuntural y bestial,
la sufrida del hombre
bajo la negra noche de las almas derechistas.

¡Oh andantes quijotes izquierdistas!
hambrientos, tristes y rotosos de esperanza,
con toses inéditas entre las paredes pulmonares,
con libros apolillados y costumbres frugales,
corran la voz de que no es posible desilusionarse ,
no hay derecho de desilusionarse
Utopía llega, la veo volando.

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