jueves, 15 de enero de 2009

Ejemplos para el ánima de Nietzsche


“El signo más general de los tiempos modernos: el hombre, a sus propios ojos, ha perdido, increíblemente, dignidad”.
Nietzsche, La voluntad de poderío.



No es cierto el epígrafe. Es decir: no es completamente cierto ese epígrafe. No todos los hombres, a sus propios ojos, han perdido dignidad. Los poderosos del mundo esos sí, que hasta ni a sus madres conocieron: nacieron en el caldo del dinero entremezclado con asesinatos a raudales. Al Perro de Texas que le diluvian zapatos y muertes árabes por doquier, su indigna condición humana lo define a la perfección. No todos han perdido dignidad, viejo cegatón Nietzsche, los palestinos por ejemplo.
Sea lo que sea, la muerte (la cosa más espantosa cuando es inútil, cuando se lleva infantes y civiles con sus Cazas israelí), al galopar, heraldo negro diría el peruano César Vallejo, sobre calles terrosas de Gaza, en cada rostro sufriente se topa con esa dignidad que resiste airada, entre marejadas de polvo y sangre derramada. Asesinada sangre derramada.
Calles de polvo, “Padre polvo, que avientan los bárbaros” desde Tel Aviv secundados por Washington, sus socios europeos, cómplices (por omisión) y aliados internacionales… “Padre polvo, sudario del pueblo” palestino, “Dios te salve del mal para siempre”, padre secuestrado palestino, “¡padre nuestro!...que vas al futuro”/ borroso, “Dios te salve, te guíe y te dé alas/, padre polvo que vas al futuro” borroso.
¿Hablar del futuro, si es que existe esa cosa, para Palestina? Antes hablemos del presente: en 14 días, 800 palestinos han muerto por bombardeos y combates indiscriminados. Falta de víveres, de agua, ropa, techo, falta de la falta, incomunicados en su gueto, muriéndose en su gueto en llamas que es Franja de Gaza. La masacre de un pueblo, el exterminio de un pueblo, su Genocidio manifiesto, le vale madres a la ficticia Comunidad Internacional, a la OTAN, a Occidente entero, a los preocupados únicamente de que se salve del naufragio recesionista la economía capitalista de los chacales de cultura refinada, a los monstruos multinacionales con fuertes intereses de que la sangre de los, hasta ahora, 230 niños palestinos se cuadruplique hasta nuevo aviso de nuevas “pláticas humanitarias” entre los neo Herodes Antipas Ehud Olmert (criminal por acción), Ban Ki- Moon (criminal por omisión) y Sarkozy (criminal por frivolidad paladina: mejor lárguese, francesito, a tirarse a la Bruni, que sólo para eso sirve).
Las noticias salidas de la ONU, donde sesiona con desgano el Consejo de Seguridad, indican que, después de tres larguísimos días, los señores de corbata y mocasines italianos de los países testaferros del Gran Capital, aprobaron con sus finas Montblanc -mientras los fascistas judíos sembraban bombas prohibidas por incumplidas Convenciones de Ginebra en los pueblos palestinos- una resolución que pide una tregua inmediata y duradera entre Israel y HAMAS: 14 votos a favor, ninguno en contra, con abstención única del país del Perro de Texas al que le llueven zapatos y muertes árabes; la votación fue unánime, mientras en la unánime noche de Gaza, los proyectiles sionistas cortaban con sus luces de espanto la negrura nocturna y crecían las estadísticas de muertes palestinas.
Pero Ehud Olmert, explícitamente secundado por esa interpretación unívoca de la abstención de EE.UU. (uno se imagina que Condoleezza Rice mascullaba lo siguiente al momento de la abstención: “estamos en desacuerdo con todo tipo de tregua inmediata y duradera: la guerra de exterminio al pueblo palestino debe de continuar hasta el amargo final”), ignoró, como se esperaba, esa buena intención del Consejo de Seguridad de la ONU, para inmediatamente consignar a los Cazas sionistas arriba de las chozas palestinas, apuntando directo a HAMAS (léase masas indefensas de palestinos), y causando al menos 25 muertos ayer viernes (segundo Día de la Ira de un pueblo digno que llora y entierra a sus muertos, pero agita su digna cólera a los sueños de su media luna, llamando a su Profeta para que interceda por los hijos del desierto, que exigen venganza y justicia al Absoluto).
En una reunión del gabinete de seguridad sionista, presidida por el chacal Olmert (el caníbal Sharon es una niña al lado de este neofascista) desde Tel Aviv, Israel refrendó el dicho de Baruch de Espinosa, acerca de que “el derecho llega hasta donde alcanza el poder”, y, en estos menesteres, el poder sionista-yanqui hizo mierda la resolución del Consejo de Seguridad, al afirmar lo siguiente ayer viernes:
“El Estado de Israel tiene el derecho de defender a sus ciudadanos y, con este fin, el ejército seguirá actuando para alcanzar los objetivos de su operación, es decir, cambiar la situación de la seguridad en el sur de Israel…Las operaciones proseguirán también para impedir el contrabando de armas en la franja de Gaza”.
(Una nota para que se imagine usted la magnitud de qué tan desproporcionada se encuentra esta “guerra” que se chutan HAMAS y el gobierno fascista de Israel: en todos los periódicos, habidos y por haber, de derecha, izquierda y ambidextros u oficialistas, le reto a que encuentre detalladamente las cifras de muertos que los cohetes katiuska de HAMAS han ocasionado en las ciudades israelíes. Le aseguro que si los contara con sus dedos, la mayoría de sus alfanjes estarían en el aire por el poco número que encontraría).
Antes de ese comunicado del gabinete de seguridad, Olmert había anunciado una joya preciosa para los anales de la criminología internacional: El ejército israelí proseguiría su ofensiva, bla-bla-blá, pues…:
“JAMÁS ACEPTÓ (Israel por supuesto) QUE UNA INFLUENCIA EXTERIOR DECIDA SOBRE SU DERECHO A DEFENDER A SUS CIUDADES”.

Es decir, me paso por los dos, dijo Olmert, cualquier resolución del Consejo de Seguridad… ¡Qué negro panorama le espera al próximo inquilino de la Casa Blanca!
Ejemplos de la Dignidad humana
Mientras Nietzsche creía a pie juntillas en la pérdida de la dignidad humana, nosotros –subráyese ese nosotros- creemos todavía en ella. En los momentos límite, el corazón del hombre hace brotar la vida de la tragedia. Un ejemplo ocurrió ayer en Amman: en un cartel ondeado por varias manos de infantes frente a la Embajada de Israel custodiada por cientos de policías, se leía lo siguiente:
“DEJEN DE MATAR A NUESTROS PEQUEÑOS AMIGOS”. (¿Lo habrá leído el neo Herodes Antipas Olmert?)

Por un estúpido trámite burocrático, el gobierno de Egipto no abre la terminal de Rafah, localizada entre ese país y Gaza, para la entrada de refugiados palestinos. La idiota excusa de la negación: el no haber representante de la Autoridad Palestina en ese paso. Ante esa inexcusable dejadez del gobierno egipcio, 50,000 de sus ciudadanos marcharon en Alejandría para pedir perdón al pueblo palestino. La plegaria que se escuchaba era esta:
“GAZA, PERDÓNANOS, NOSOTROS NO PODEMOS ABRIR RAFAH. (Y uno piensa, también: GAZA, perdona a esos cerdos que mal dirigen los destinos del mundo, porque ellos –al contrario de sus prostitutas mujeres, que no se cansan de abrir las piernas-, no abren ni su corazón ni su cerebro).

Desde este punto lejano de México, en Mérida propiamente, la indignación yucateca se hizo presente, al unirnos como pueblo solidario a las exigencias internacionales de cese al fuego, de cese a la barbarie, de cese al exterminio, de cese al GENOCIDIO contra el pueblo palestino. Desde el Monumento a la Patria, en punto de las 6 de la tarde, la musa (que yo la daba ya por perdida), inopinadamente me atosigaba para recitar unos versos, en ausencia, a los palestinos caídos:
Dicta la tarde, presagios sin esperanza.
Dicta, impasible, presagios sin esperanza
cuando pájaros de niebla cubren la mirada del mundo.
Tanques-Goliates,
soldados sin prepucio que fuman, blasfeman
y tiran guijarros balísticos a los niños palestinos.
Los perros sionistas ladran al Mesías
que ha nacido ya con hambre capitalista
y que ocupa el trono blanco de Herodes Antipas (son 230 inocentes hasta ahora),
la mitra del Perro de Texas
y las cadenas Tiffany del barrabás oligarca.
Los perros sionistas, hermanos míos,
no saben que la luna no es pista aeronáutica
sino un sueño islámico hondamente sentido.
Los perros sionistas olvidan todo,
su virtud es desdeñar el rostro de los otros, el rostro palestino.
Si preguntas: ¿Y donde estás, justicia divina?
Nadie te responderá.
En los pasillos del cielo
sólo el vacío de un dios
comparte esperanzas
con la negra noche
de todos los tiempos
de un tiempo olvidado.
Nosotros somos la esperanza…

Al terminar mis desbalagados versos (mismos que nadie tuvo la gentileza de escuchar), un grupo de 200 meridanos se arrepanchigaba alrededor del adefesio del Monumento a la Patria. Una variopinta gama de edades (había mocosuelos predispuestos a remedar a los niños de Amman con la consigna de “DEJEN MATAR A NUESTROS PEQUEÑOS AMIGOS”) se unía para un solo fin: solidarizarse, con su protesta, con el sufrimiento del pueblo palestino, hacer votos por el fin de toda violencia, por el fin del gueto palestino, por la liberación de los hijos de Ismael. El plan, según los organizadores (reconocibles por sus camisas “progres” con las caras del barbudo de Tréveris y del barbudo San Guevara) era la de irnos directo al consulado norteamericano para armar un desmadre civilizado. Al saber que en ese lugar (con olor a azufre, diría un pro Chávez) ya se encontraban pertrechados los cerdos de la Secretaría de Seguridad Pública, el desmadre civilizado fue cambiado para la Plaza Grande, frente a Catedral.
Un compa, con unas botas tipo Marcos y una camiseta con la leyenda que le cortaba en dos una panza prominente de inveterado caguamero y que decía: “orgullosamente yucateco”, insistía en que teníamos que remedar al periodista iraquí que le aventó sus zapatos al Perro de Texas…Al igual que a mis versos, nadie le hizo caso, pues la marcha era, ¡por un carajo!, contra la violencia y discúlpenme el exabrupto.
Con un calorcito peninsular que salía de las casonas de la belle époque del periodo de don Olegario Molina y su Casta Divina (que luego se convertiría, al paso del siglo, en “beduina”), empezamos la caminata en solidaridad con los palestinos a eso de las 7 pm por el Paseo de Montejo para llegar a la Plaza Grande. Presidiéndonos, había una manta con la leyenda siguiente: “Contra la guerra, Palestina resiste”. Detrás de los “protestantes”, dos patrullas embutidas de cerdos de la SSP estatal de don Saidén Ojeda, la 5737 y la 5740, nos acompañaron un buen trecho hasta el rumbo del mercado de Santa Ana. Entre los marchantes, con la vestimenta propia de la contracultura revolucionaria, había jóvenes pro Chávez salidos de las “catacumbas de la Facultad de antropología de la UADY (léase, de una cantina de la –calle- 65), un, según el “obrero intelectual” de paso en la ciudad, varios “No-come-panuchos”, asociaciones civiles comprometidos con las causas nobles y, dándonos el ejemplo con su resistencia combativa, los aguerridos hermanos de la comisaría de OXCUM quienes, por si alguien se olvida, mandaron a la chingada las consignas neoliberales del “Alto Vacío” Patrón Laviada cuando tuvo éste la impertinencia de desgobernarnos. Hubo, incluso, “orejas” de Segob dizque reportereando el sarao, que fueron interpelados por varios manifestantes (de entre los cuales se encontraba, o encontrábase, el “obrero intelectual” de paso por la antigua Thó, ex nombre de Mérida antes del arribo de los “Españoles de pura bestia”, y que, según él nuevamente, extrañaba a una tal Nahuiolin). El espontáneo desmadre de los “vatos” de los anarkopunk y los gruesísimos chavos del Movimiento Libertario (la literatura de José Agustín es un chicle lingüístico), nos impelía a gritar consignas antifascistas del tipo siguiente:
“¡Israel fascista, tú eres terrorista!; ¡Israel fascista, tú eres terrorista!”
“¡Palestina aguanta, tu pueblo se levanta!; ¡Palestina aguanta, tu pueblo se levanta!”
“Palestina escucha, YUCATÁN está en tu lucha!”
El último estribillo, confieso mi acendrado localismo, me hizo chinita la piel y me produjo un par de lagrimones.
Lo más interesante de la marcha, fue que cuando se cantaban los tres estribillos, automovilistas y público espectador dieron una respuesta positiva, y algunos hasta tarareaban con sus cláxones lo de “¡Palestina escucha, Yucatán está en tu lucha!”
Ya al llegar a la Plaza Grande, una “peregrina de ojos claros y divinos”, turisteando por nuestras lajas yucatecas, fue causa y objeto de un acre debate de política internacional. La había conocido la mañana de ese día, y la invité a la protesta cuando me confesó ser fan de Obama, e hija y nieta de demócratas, además de lectora avanzada de Chomsky. La “peregrina de semblante encantador”, dueña de un caderamen prominente y oriunda de Kansas (pero que por nada del mundo kansaba mirarla con ojos de buey enamorado), al verme, se acercó a “Nosotros los huiros” progresistas para unirse a la protesta civil-pacífica. Un compa, al verla entre el morenío, comentó: “Esta es banda, jala parejo a pesar de pertenecer al Imperio”. Otro compa, creo que fue uno de esos antropólogos salidos de las catacumbas de la UADY, le respondió al primero: “Que no te salga lo Malinche, heredero de los Xius (los Xius fueron nuestros tlaxcaltecas de acá). Otro, el vato ese que suspiraba por la tal Nahuiolin, pontificó que había que “yucatequizarla cuanto antes”. Saldamos el affaire “gringuita peregrina”, cuando les dije a los compas integristas (separatistas, localistas, seguramente anti-huaches) lo siguiente:
“Esta morra, compitas, se va después a comer conmigo unos huevitos motuleños. Respétenmela, cabrones, que mi segundo apellido, no miento, es Cocom (los Cocom, fueron nuestros mexicas de acá) y no me ando con chingaderas. ¿Qué? ¿No el mero-mero, el que dijo que “no abandonáramos a sus indios”, Carrillo Puerto, hizo patria y rememoró el Álamo con la Alma Reed? Pues, motuleño como el quien más, seguiré el camino abierto por don Carrillo, nuestro “Apóstol Rojo” según don Sarkisyanz”.
La gringuita se movía en la Plaza Grande como Alma Reed en el palacio de Gobierno, cantaba canciones de protesta en Spanglish (mismas que me encargaba de traducir al lenguaje yucateco), le dio dos inhaladas a un canuto de mota que uno de los anarkopunks había liado subrepticiamente para que no se enteraran los cerdos estatales de Saidén, y movía ahora su amplio caderamen al ritmo de una extraña canción de Edith Piaf salido de un vocho destartalado con el cual trashumaba sus ahumadas penurias carnales el obrero intelectual.
Dejemos por un rato a la gringuita con sus cantatas progresistas, que esta no es una historia de amor sino una crónica de la solidaridad con un pueblo que se desangra. En la Plaza Grande de “Mérida la Horrible” (horrible, obviamente, por votar por la derecha desde inmemoriales tiempos sesenta del pasado siglo) los marchistas fueron irrealistas al pedir lo posible: El cese absoluto de los bombardeos sionistas que siguen cobrando víctimas inocentes.
Esto es una guerra, decían, de exterminio contra un pueblo cuyas únicas armas son piedras impulsadas por hondas y unos cuantos cohetes que ni alcanzan las bien amuralladas ciudades israelíes. Se da la existencia de combates desiguales. La tecnología gringa – y todos miraban a la Reed remasterizada, pero ella hacía frente a las miradas con la pregunta de que si todos éramos Fecal- dispuesta a destrozar vidas, pueblos, aldeas, la ciudad de Gaza entera en donde los cementerios se inundan de cadáveres. Uno de los oradores, creo que era el obrero intelectual, comentó que si el gobierno de Israel exige el fin del abastecimiento de armas por parte HAMAS en el mercado egipcio, ¿por qué no exigir el fin del abastecimiento de armas, prohibidas por la Convención de Ginebra, para el gobierno de Israel por parte del gobierno yanqui?
Hubo, como prueba del rechazo a estos dos Estados canallas, quemas de la bandera yanqui e israelí (la gringuita se encargó de prender, con la colilla del porro que se fumaba, su ominosa bandera. Seguramente ha de haber leído a Womack, pues de su inobjetable boca salió la lapidaria frase que le endilgan a Zapata: “Pinche trapo”). Una piñata de un cowboy, con el rostro abotagado del Perro de Texas, fue madreada a leñazos; el compa con las botas de Marcos y la camiseta que decía “orgullosamente yucateco”, se quitó los zapatotes (un tufo lacrimoso ralentizó el aire que circundaba sus dedos parecidos a morcillas) y no se quedó con las ganas e imitó al periodista iraquí. Al final, con el puño izquierdo en alto, guardamos un minuto de silencio por las víctimas del genocidio. El desmadre, como calculamos, fue civilizado, yo diría que muy civilizado.
¿Creerás que la gringuita no tuvo las ganas de largarse conmigo? Alcancé a verla antes de que ese vocho destartalado arrancara con impaciencia, callando a Piaf con sus gritos piafantes de mariguana.


Nota para mi "Castaña despeinada": obviamente, el cuento de la "gringuita peregrina" es ficción cuentera de un inveterado cuentero....


Mérida Yucatán, 10 de enero de 2008.


1 comentario:

Anónimo dijo...

bueno pues que cuento mas ..que me he quedado sin palabras, seria bueno hacer una marcha en contra de este teatro cruel e inhumano, adoro las artes dramaticas pero esto esta fuera de control , la guerra no trae mas que imbecilidad en ambas partes, pero he de decir, ¿quien es realmente bueno o malo? en este juego terrenal.

el mundo de los adultos es cruel, que culpa tiene su infancia de su gran estupidez.

bueno, te mando saludos sinceros y espero tu pronto retorno a la selva de asfalto, mi deprimente urbe : chetumal.

besos.

pd. no me agrado la gringuita esa ...mmmm.........pero me gusto lo del zapato....del chico iraqui
cuentos y cuentos..y mas cuentos..


chaoo
"tu castaña despeinada"

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